Kitchen Confidential
Hace un tiempo cayó en mis manos un libro llamado Confesiones de un chef, un best-seller escrito por un cocinero loco llamado Anthony Bourdain. El tío era alcohólico, drogadicto y putero. Lo mejor del tema es que el libro era autobiográfico. Gracias a Darren Star, Kitchen Confidential se convirtió en una sitcom, cambiaron a Anthony Bourdain por Jack Bourdain y le pusieron la cara (y el cuerpo) de Bradley Cooper.
Hasta ahí todo bien, pero emitirse en FOX es lo que tiene. Pues, si yo tuviese una serie que se fuese a emitir en FOX, lo primero que haría sería echarme las manos al rosario y encomendarme a la virgen más cercana. Y si encima me dijesen que la protagonizarían Nathan Fillion y Christopher Gorham tendría que empezar a llamar al INEM para que me guardasen sitio en la cola. La serie fue cancelada en un tiempo record de 4 capítulos.
Gracias a los dioses del DVD, tenemos disponibles los 13 episodios que se rodaron de esta pequeña serie that could have been y que nos ofrece una mirada dentro de la cocina del chef Jack Bourdain, a quien le ofrecen una segunda oportunidad para redimir su carrera, después de haberse esnifado, bebido y fornicado la primera. Para convertir al Nolita en el mejor restaurante de Nueva York, Bourdain tiene que contratar a los mejores. Claro que los mejores resultan ser sospechosos habituales del bebercio y la mala vida, sobre todo Steven Daedalus (Owain Yeoman) y Seth Richman (Nicholas Brendon). La nemesis de de Jack es la hija del dueño, Mimi, interpretada por Bonnie Sommerville, persona nula de carisma, con lo cual, incapaz de hacer de nemesis de nadie.
Era una sitcom bien ejecutada que cumplía su función mucho mejor que tostones como Dos hombres y medio, que no descansaré hasta que la cancelen. Ninguno de los actores era un A-list pero cada uno estaba bien en su papel, hasta la ciclotímica de Bonnie. Ni la aparición estelar de Michael Vartan pudo remontar los medicores ratings de Kitchen Confidential, otra más de las series dignas que la FOX se pasó por el forro del chaleco. Claro que en el episodio, Michael Vartan se enrollaba con Choni Sommerville y eso, sin duda, es motivo de un jumpsharkismo del copón.
Cuando empezaron a trabajar en la adaptación del libro de Anthony Bourdain, no estaban pensando exactamente en una sitcom, si no que la idea original era hacer una película llamada Seared («Chamuscado»), dirigida por David Fincher y protagonizada por Brad Pitt. Y, aunque me hubiese encantado verlo, me cuesta imaginar qué narices hubiesen hecho. Aunque si lo pienso bien, una versión de Fight Club en la cocina de Bourdain no me parece tan descabellada.
Sexo, drogas, fillet mignon y unos egos más grandes que su cocina. Esos elementos hacían de Kitchen Confidential una buena sitcom que podría haber completado una maravillosa temporada en otra cadena donde apreciasen un poquito más la series y un poquito menos los realities. Almas caritativas, dadle trabajo al pobre Bradley, que la última vez que tuvo un disgusto de estos se me casó con Jennifer Esposito y mira cómo acabó.