Mad about GLEE

Glee

Ay, queridos, por fin he encontrado una serie decente entre tanta morralla esta temporada. Es más, me he convertido en una yonki total de Glee, la serie que me está reconciliando con FOX (a parte de Bones, claro). Y además me ha dado de pleno, porque creedme cuando os digo que hice todo lo que estaba en mis manos para que no me gustase la serie. Básicamente para tocar los huevos. Ya sabéis la tirria que me da algo cuando todo el mundo habla de ello. Y claro, la gente de FOX se ocupó de que hasta mi abuela se enterase de que iban a hacer una serie sobre los miembros del coro de un instituto de la América profunda.

Y es que al intentar explicarle la serie a algún pagano, me encuentro con que no hay manera que las palabras «coro» e «instituto» funcionen convincentemente en una misma frase. No sé qué pasa, pero las gentes adultas huyen despavoridas al oír la palabra maldita. Lo mismo me pasó cuando junté las palabras futbol americano e instituto para hablar de Friday Night Lights. Como con esta última, para ver Glee tienes que superar tus miedos y fobias adolescentes y dejarte cautivar por estos frikis estereotipados pero entrañables y por las canciones que cantan. ¡Cantan! ¿Quién nos iba a decir que nos enamoraríamos de una serie donde no paran de cantar? Y el episodio musical de Buffy no cuenta, porque los geeks lo encuentran sublime sólo porqué lo escribió Joss Whedon (y, sí, ya sé que va a dirigir un capítulo de Glee, pero prefiero ignorarlo de momento).

Glee

Cuando estrenaron el piloto en mayo, lo único que me llevó a verlo fue la extensa campaña de publicidad, con unos actores sólo reconocidos por los asiduos a Broadway y pillacaras profesionales. Me pareció correcto. Con posibilidades. Raro. ¿Por qué tanto bombo? Y ahora lo he entendido. Tanto bombo era porque la serie se lo merece. Se merece que nos dejemos de prejuicios y nos entreguemos de lleno al Glee Club del McKinley High School, una panda de deshechos (como los ha llamado mi amiga Marina), que os robarán el corazón. Son todos odiosos y adorables a la vez: desde Rachel (Lea Michele), la diva insoportable, Finn (Cory Monteith), el macho alfa medio monguer, Quinn (Dianna Agron), la animadora del club del anticelibato, Kurt (Chris Colfer), un gaylord miniatura, Tina (Jenna Ushkowitz), la china tartamuda, Puck (Mark Salling), chulazo con cresta a lo mohawk, Mercedes (Amber Riley), la negra arethafranklinesca o Artie (Kevin McHale), un nerd en silla de ruedas. Y, qué decir de los profesores…caricaturas brillantes de un mundo adulto que también tiene cabida en ese instituto. Sé que a muchos les cuesta amar al profesor Will Schuester (Matthew Morrison), personaje que yo adoro y cada vez me enamora un poco más con sus cantares y sus bailares. ¡Pero si hasta me he reconciliado con Jayma Mays! Pero aquí, quien es capaz de robar cualquier escena en la que aparezca es Jane Lynch, entrenadora de las cheerios y enemiga a muerte del Glee Club. Vale la pena ver la serie sólo por la entrenadora Sylvester y Because thats how Sue C’s it.

Glee

La reacción general del pobre infeliz al que le suelto la charla pro-Glee es contestar algo tan enervante como “Ah, pues es como High School Musical ¿no?”. Pues no. Porque, entre otras cosas, estos actores saben cantar de verdad. Y si encima os digo que el creador de Glee es Ryan Murphy, perpetrador a su vez de Nip/Tuck y la brillante y camp Popular (de la que creo que Glee bebe bastante), seguramente os quedará claro que Glee no es una producción Disney. Y, los guiones están muy bien, qué narices. No son los de Lost, ni Fringe ni Nip/Tuck, pero esa no es la función de Glee. La intención de sus creadores siempre fue la de entretener al público, la de crear una serie que invitase al escapismo, a escaparte de los problemas y ser feliz. Y vaya si lo están consiguiendo. Si bien es verdad que quizá estén prodigando demasiado por los centros comerciales de América a los jóvenes actores, pero lo cierto es que desde que se estrenó el piloto, que todas las canciones que aparecen en cada episodio de Glee, llegan al Top 10 de descargas en iTunes y el mes que viene sale el disco oficial a la venta.

O sea que ya os podéis preparar para una avalancha Gleek (como a los fanes de la serie les gusta llamarse) en este blog. Ya sabéis que cuando algo me reconforta el alma, no puedo parar de verlo. Y en este caso también escucharlo porque, por supuesto, cada semana me bajo todas las canciones. Don’t stop belieeeeevin’.