Grey’s Anatomy, ¿pero vosotros sois médicos?
“Grey’s Anatomy” es otra de esas series que tiende a ser ascendida al Olimpo de la televisión cuando, en realidad, y aunque sí es entretenida, no pasa de ser una serie correcta.
Me explico, a mí me gusta “Grey’s Anatomy” y la sigo todas las semanas, pero miremos las cosas con perspectiva: como serie hospitalaria carece de interés, los casos médicos se presentan de forma superficial y su desarrollo raramente influye en la evolución de los personajes. Es más, los cinco aspirantes a cirujanos que protagonizan “Grey’s Anatomy” podrían estar tanto en un hospital como en una escuela de moda cortando patrones.
¿Qué tenemos entonces?, una serie donde lo realmente importante es ver cómo se las apañan algunos estudiantes ante las adversidades del mundo moderno: jornadas de trabajo interminables, presión laboral, problemas de comunicación, desengaños amorosos, etc. Y como son jóvenes, afrontan las dificultades generalmente con optimismo, buen humor y mucho sexo (pues qué bien, y yo que dudo que en los hospitales el ambiente sea tan happy-sex-flower).
Todo esto no es malo, repito, a mí me gusta, pero reconozcámoslo, tampoco han descubierto la sopa de ajo. De hecho, ya la han acusado de ser una pseudo-copia de Scrubs. Precisamente hay un capítulo de esta última en el que se ríen de esto cuando el protagonista, hablando de “Grey’s Anatomy”, dice algo así como Oh, me encanta esta serie, es como si nos hubieran estado observando y hubieran puesto nuestras vidas en la tele.
Sin embargo, no negaré que Grey’s Anatomy tiene grandes momentos, a pesar de que su protagonista (Ellen Pompeo) es incapaz de expresar emociones (quizás si consiguiera abrir un poco más lo ojos). Esto provoca que el interés se traslade a unos secundarios con mucho, mucho más carisma y tramas más interesantes.
Sea como sea, la tercera temporada se comenzará a emitir en USA después del verano y seguramente no tardará demasiado en llegar aquí. Yo esperaré paciente porque, al fin de cuentas, me gusta Grey’s Anatomy.