Betty la fea: oda a Beatriz Pinzón
Seguro que no hablaremos de muchas telenovelas en este blog, pero como telecinco ya ha comenzado la grabación de una adaptación de la serie colombiana “Betty la fea” que prevén emitir este verano, me veo en la obligación de reivindicar nuestra Betty original (es que no entiendo esa manía de copiarlo todo).
Cuando Antena 3 estrenó “Betty” allá por septiembre de 2001 ya hacía casi dos años que la serie había triunfado de forma acaparadora en Colombia. Beatriz Pinzón, una mujer fea, pero fea de verdad, se había metido en el bolsillo a la audiencia y, de paso, había salvado a la cadena RCN de los números rojos.
Para los que no hayan visto nunca la serie, “Betty la fea” muestra las peripecias de una joven realmente poco agraciada pero con una inteligencia prodigiosa para las finanzas. Beatriz Pinzón, la súper-fea, es contratada como secretaria de Armando Mendoza, presidente de Eco Moda (un Zara a lo cutre). Claro que no la contratan por su cerebro, sino por su horrible físico, que garantiza que el mujeriego presidente no se la beneficie a pocos meses vista de casarse con una de las herederas de Eco Moda. El caso es que las finanzas de Eco Moda son un desastre y Betty se hace indispensable, hasta el punto de asumir el control de la empresa. A todas estas, y como ya os habréis imaginado, la pobre Betty se ha enamorado de Armando, que sufre escalofríos de horror cada vez que la ve. Sin embargo, Betty es necesaria y poderosa, así que la única forma que tiene Armando de controlarla es seducirla y hacerle creer que la ama (cruel, muy cruel), pero obviamente, le sale el tiro por la culata ya que va y se enamora de Betty justo cuando ésta descubre que todo era una farsa y le deja arruinado, sin compromiso y emocionalmente destrozado. El final os lo podéis imaginar, que al fin y al cabo es una telenovela.
Y me diréis, ¡pues qué tendrá de especial un argumento que se repite (cambiando algunas cosillas) en la mayoría de las telenovelas y películas románticas del mundo mundial? Pues tiene de especial el humor que invadía la serie, la cotidianeidad llevada al extremo, lo caricaturesco de los personajes, las canalladas financieras, las discusiones delirantes, etc. Vaya, detallitos que ya ha dicho telecinco que no va a incluir en su versión, al menos no de la forma tan descarada de la “Betty” original.
Señores, si ni siquiera saben copiar ahórrense el esfuerzo. Si no van a poner a una “peliteñida” pija, a unas secretarias feas y barriobajeras, a un padre del que cualquiera se avergonzaría o un amigo a lo Steve Urkel, no vale la pena seguir, porque para revivir la historia del patito feo, tal cual, ya nos leemos el cuento.