Oda a Michael J. Fox
Mi querido Michael, eterno jovenzuelo. Tú que me hiciste reír tanto en mi más tierna infancia. Que triste me puse el día que supe que estabas enfermo. Y cuanto me tranquilizó ver tu sonrisa característica a pesar de los contratiempos. Por esto y por mucho más, he decidido escribirte mis palabras más amables.
Para ti y sólo por un día, voy a ser una buena persona.
Ser canadiense no te impidió dar el salto a USA y ser bajito no te ha traído más que suerte en la vida. Dejaste el hockey por no haber crecido tanto como tus compañeros pero con 15 años te dieron tu primer papel en televisión. Eso sí, era para interpretar a un niño de diez. Pero oye, no hay mal que por bien no venga. Dejaste el instituto para irte a triunfar a Hollywood. Tío te fuiste a ciegas, pero acertaste: empezaste a aparecer en todo tipo de producciones y la vida te iba de puta madre, hasta que te diste cuenta que te estabas puliendo la pasta más rápido de lo que la ganabas. Debías 30.000 $, te vendiste el coche y el sofá (por piezas) y empezaste a comer macarrones con queso (sí, de los de bolsa…) hasta que te pusiste como una bola de Cheetos.
Cuando decidiste ponerte a régimen, un día tu agente te llamó para ofrecerte el papel de Alex P. Keaton en la sitcom “Family Ties” para la NBC, un adolescente republicano en una familia de ex-hippies demócratas. Estabas tan tirado en ese momento que el teléfono que le diste a los del casting ¡era el de la cabina de delante de la pizzería donde currabas! El papel de Alex te iba como anillo al dedo y es allí donde cautivaste mi corazón.
No es que me enamorase de ti ni nada parecido, eras demasiado mayor para mí: simplemente me pareciste brillante. Steven Spielberg pensó igual que yo y llamó a los mandamases de la NBC para que te dijesen que te querían para una peli que iba a producir, pero los muy mamones no te dijeron nada, pues tú ya eras una estrella y te querían sólo para ellos. Robert Zemeckis se tuvo que poner farruco para que volviesen a llamar y te dijesen de una puta vez que te querían para encarnar a Marty McFly en “Regreso al Futuro”. Tú aceptaste combinar los dos empleos y lo demás ya es historia. “Teen Wolf: de pelo en pecho”, “El secreto de mi éxito”, “Doc Hollywood”… No hay más que hablar.
Mientras rodabas la tercera parte de la saga te diagnosticaron Parkinson Juvenil. Sé que fue un golpe muy duro, pero lo encaraste como sólo los grandes saben hacerlo. Tu saber estar es solo comparable a tu discreción. Hasta te cambiaste esta letra tuya intermedia tan conocida porque que te llamasen “Michael A. Fox” te parecía excesivo. Tu lucha no cesó y hiciste de “Spin City” un éxito rotundo que te llevó a ganar el merecido Emmy como mejor actor.
Aunque sé que tu mayor orgullo son tus 4 hijos con Tracy Pollan, quien fuese tu novia en “Family Ties” antes de Courteney Cox y que años más tarde le birlaste al bueno de Kevin Bacon para convertirla en tu compañera de por vida. Ahí, con un par.
Lo bueno que tiene hablar de ti es que no hace falta que diga muchas cosas más. Tus actos y tus actuaciones hablan por si mismas, así que tienes todo mi respeto y admiración. Sólo por hoy y sólo por ti, he sido buena. Mañana será otro día.