No permitiré que nadie te arrincone
Las de nuestra generación nos lo sabemos de memoria… ahí que voy: traje una sandía, qué frase tan original, vuelve a tu cuna, baby, no permitiré que nadie te arrincone, mira todas estas sobras, ¿aún quedan niños hambrientos en África?.
Frak, ¡acabo de recordar que la madre de Baby es la madre de Lorelai!
Ya me he recuperado.
Sí, esto es Dirty Dancing: guión demencial y actuaciones mediocres, pero el hit del verano del 87 y, debo reconocerlo, la primera vez en mi vida que pensé Oh Dios Mío (a buen entendedor pocas palabras bastan).
Al año siguiente, y aplicando la teoría del caballo ganador, la CBS se lanzó a la emisión de una serie basada en la película. Baby (Melora Harding) ya no era hija del médico sino la princesita del dueño del hotel, que así le da más morbo al asunto. El profundo papel de Johny (Patrick Cassidy) no cambia, dejando intacta la imagen de macho chulito follador de los graneros que baila que te cagas, aunque no puedo dar fe de ello pues mi recuerdo de la serie es fugaz. Sí he leído, lo cual no sé si me tranquiliza o me inquieta, que Kenny Ortega coreografió los bailes. 10 capítulos y a otra cosa mariposa.
Dirty Dancing 2 Havana Nights (2004). No voy a perder el tiempo con esta, que ya nos pilló mayorcitas y con juicio suficiente para asumir que su único aliciente es Diego Luna (un aliciente importante, by the way).
Dirty Dancing, el reality (2006). De la mano de We 18 muchachitas amanecen en una especie de Camp Cucamonga del baile dispuestas a que seis instructores calientes las hagan sudar. Only one will have the time of her life (¿Y también se beneficiará al instructor?). Ala, mirad la promo y juzgad por vosotros mismos.
Y acabo proponiéndoos que os paséis por el trivial de la página de We, donde comprobaréis cómo habéis quedado de afectados por la película (yo mucho, lo estoy viendo).