Studio 60 on the Pirulach Strip
Al fin he visto “Studio 60 on the Sunset Strip” y ahora me muero de la pena. He estado mucho tiempo dándole vueltas al hecho de que sé que es una serie que la van a cancelar, por no decir que está cancelada ya. Pero tras sopesar los pros y los contras decidí visionar la última serie de mi querido Aaron Sorkin. Y, joder, me gusta.
Aunque creo que cancelar la serie es un error y una terrible injusticia, hay algunos fallos de base en ella que, alguien como Aaron Sorkin, no debería permitirse y son los que han lanzado a los buitres televisivos en su contra. El estilo tanto visual como textual es totalmente Sorkin-Schlamme (1 punto positivo), hasta tal punto que abusan de ello al haber basado la serie exageradamente en sus personas. Para empezar Matt Albie es Aaron Sorkin y Danny Tripp es Thomas Schlamme (drogas incluidas). A partir de ahí, la mayoría de los personajes principales están basados en gente que ellos conocen o más concretamente, mujeres que se ha cepillado el bueno de Sorkin.
Tanto ensimismamiento ha llevado a que todo el mundo criticase que el juego de la serie era demasiado interno y que muchos de los detalles que se le escapaban al gran público eran sólo entendidos por ellos mismos. Como era de esperar, los profesionales del gremio han alzados sus hachas contra la serie, aduciendo que su verisimilitud era muy cuestionable y su inspiración hiper explícita en “Saturday Night Live”, aún le ha creado más detractores. Aunque lo que más le ha perjudicado, sin lugar a dudas, es que antes de empezarse a rodar se creó tal expectación a su alrededor, que hizo que las expectativas fuesen demasiado altas y los críticos estuviesen esperándola con el cuchillo y el tenedor preparados. Fue nombrada mejor serie del año antes de ser emitida (WTF!).
A pesar de todo ello, “Studio 60” me gusta, me parece entrañable y me reconforta reencontrarme con los genios que me regalaron “Sports Night” y “The West Wing”. En ningún momento “Studio 60” aporta nada nuevo ni supera a sus antecesoras pero, oye, es mucho mejor que muchas de las bazofias y noñerías que bailan por las parillas a día de hoy. Eso sí, lo que clama al cielo es esa supuesta super estrella irresistible que se supone que es Harriet Hayes (Sarah Paulson). Esta mujer tiene menos carisma que un calcetín de nylon. Es imposible que en ningún momento te creas que es la estrella del show y, mucho menos que Matt Albie (Matthew Perry) está tremendamente enamorado de ella. Si el personaje está ampliamente basado en Kristin Chenoweth (con quien Sorkin tuvo un romance), mejor hubiese sido que la contratasen a ella antes de tirar por la borda toda la credibilidad de una serie.
Por el contrario os diré que Matthew Perry (Matt Albie), Bradley Withford (Danny Tripp) y Amanda Peet (Jordan McDeere), salvan la serie, como era de esperar. Aunque Perry y Peet declinaron, en un principio, las ofertas de Sorkin para protagonizar la serie, afortunadamente aceptaron pues, entre otras cosas Sorkin se negó a que nadie interpretase el personaje de Matt Albie, si no era Matthew Perry. Y, aunque el personaje de Peet es un tanto histriónico e inverosímil, le da un toque de humor absurdo a la serie que tiene su rollo. Y forma la mejor pareja de la serie con Danny Tripp, dónde vas a parar.
Timothy Busfield (Cal Shanley) es siempre bien recibido en mi casa, pues aún le guardamos cariño desde «Thirtysomething«. Otra cara conocida es la de D.L. Hughley (Simon Stiles), famoso cómico de stand-up comedy en USA que, como star que es, pidió ser consultor de la serie y su personaje está basado en él mismo (las basaciones en esta serie son cansinas). Y, después, también tenemos a Nate Corddry (Tom Jeter) que comparte con Sarah Paulson ese carisma inexistente que te hace preguntarse, constantemente, a quien le hicieron favores para que les diesen un papel protagonista. En el caso de Nate está claro, debe agradecérselo a Jon Stewart.
Para aportar algún otro punto positivo, os diré que me ha sorprendido muy gratamente Steven Weber, interpretando a Jack Rudolph, CEO de la cadena. La versatilidad de Weber hace que pueda interpretar a un cabrón implacable y convertirse, a la vez, un personaje entrañable.
Aunque sólo han emitido 16 capítulos de la serie, en noviembre se ordenó la temporada completa con 22 episodios, lo que no sé es ni cuando ni como los van a emitir. Yo, desde mi humilde palestra, les pido a los powers-that-be de la NBC que, ya que me he tragado los 16 primeros, tengan la bondad de facilitarme los 6 restantes y poder despedirme de la serie como dios manda.