Leyendas urbanas televisivas
Todos tenemos un amigo que tiene un amigo que en algún momento de su vida ha visto a la chica de la curva, su abuela se cargó al gato en el microondas o se encontró un condón en la coca-cola. Que manda huevos, con la de coca-colas que llego a consumir al día, que nunca nunca haya tenido el honor.
A parte de caimanes en el alcantarillado de New York, la televisión ha generado algunas leyendas urbanas memorables pero, al fin y al cabo, leyendas, invenciones, historias ficticias… mentiras, en definitiva.
La primera y más famosa, aquella en la que en “Sorpresa Sorpresa” Isabel Gemio Concha Velasco y sus secuaces pretendían sorprender a una adolescente inquieta con la visita de su ídolo, el incombustible Ricky Martin. Dice la leyenda que estaban los progenitores y el noviete de la criatura en plató mientras Ricky Martin esperaba en las profundidades del armario de nuestra Lolita. Llega la criatura a casa y aprovechando que todos están en una reunión de Tupper Ware, la moza da rienda suelta a su imaginación, se unta la entrepierna con mermelada (hay otras versiones, pero me mola más la mermelada, ya que en aquella época no se llevaba mucho la nutella) y llama a su perrito Ricky para que haga algo útil de una vez. Y hasta aquí puedo leer.
Por mucho que en Crónicas Marcianas intentaran revolcarse en la mermelada que le sobró a la criatura, todo el mundo niega que tal episodio zoofílico sucediese. Si esto no es suficiente para que nos lo cremos, ahí va la prueba definitiva: amigos, no sale en Youtube. Comprobadlo, lo único que encontraréis es alguna parodia chunga.
Voy con la segunda de las leyendas, menos interesante, porque los de La Oreja de Van Gogh no son Ricky Martin y Pedro Ruiz no es Concha Velasco, pero, en especial, y para qué engañarnos, porque no hay perritos ni frascos vacíos. La leyenda de La Oreja de Van Gogh en el programa de Pedro Ruiz consiste en la supuesta confesión de los primeros como próximos a ideologías pro-etarras durante una tertulia con el padre del ¡Qué buena estás, Carolina!. Otra vez, mentira. Pedro lo niega, Van Gogh y su oreja también. Que ni me gustan ni me caen bien, pero la verdad, menuda estrategia de anti-promoción más zafia, claro que no creo que lo peor de La Oreja de Van Gogh sean los rumores que generan…
Y finalmente, una leyenda televisiva del otro lado del oceáno: las supuestas declaraciones racistas de Tommy Hilfiger en el programa de Oprah. Aquí se dice, se cuenta, se rumorea (y algún piltrafilla asegurará que lo tiene en el TiVo) que Tommy afirmó haber diseñado su ropa solo para blanquitos monos, no para negros y judíos. ¿Reacción de Oprah? Pues largarle del plató, ¿alguien esperaba menos de la gran Oprah, madre y hermana de América? Ella lo hubiera hecho… si los eventos hubieran sucedido realmente. Otra vez, Oprah y Tommy lo niegan, en YouTube no sale nada y los negros siguen llevando la ropa que les da la gana, dónde va a parar, menuda gilipollez.
La verdad es que estas historias chungas se difunden por internet con tal lujo de detalles que, joder, quieres creértelas, lo deseas, deseas ver a Oprah cabreada y a Concha sonrojada. Pero la vida es dura y todo es mentira… y por mucho que Friker diga lo contrario, la chica de la curva es otra cosa…