Razor y otras cosillas galácticas
Meses, largos y tediosos meses hacía que esperábamos ese capitulillo doble de Galactica que por fin ronda por ahí. Debo decir que me parece altamente contra natura que nos pongan la miel en los labios después de tanto tiempo, para dejarnos otra vez huérfanos hasta que casi volvamos a llevar tirantes. Tanta expectación es peligrosa. Resultado: un capítulo que está bastante bien como capítulo pero que, como a otros, me ha sabido a muuuy poco y, aunque no me ha dejado precisamente fría, tampoco me ha provocado el subidón que esperaba/necesitaba.
A estas alturas no os cuento nada nuevo si os digo que Razor explica la historia de cómo la Pegasus afrontó el ataque cylon. Ya sabíamos que, así como Adama se sacó de la manga la búsqueda de la tierra para motivar a su gente, la almirante Cain pilló el camino directo hacia el lado oscuro convirtiendo del ataque su mejor defensa. En el primer episodio después de la miniserie, 33, veíamos a la flota al completo huir a la desesperada hasta casi desfallecer. Durante esos días, la almirante Cain preparaba ofensivas, saqueaba naves y aplicaba una política de recursos humanos digamos que discutible.
Al más puro estilo Galactica reimaginada cuando se ponen profundos, Razor reflexiona sobre las decisiones que deben tomarse para sobrevivir, decisiones a las que nunca querrías enfrentarte, de las que puedes arrepentirte y que hasta pueden sorprenderte. En tiempos de guerra, nadie está libre de tener que tomar esas decisiones, aunque nuestra Helena Cain se lleva la palma. De sobras sabemos ya que la división entre buenos y malos es bastante difusa y, en definitiva, no hacemos más que sacar a relucir nuestras propias miserias. Como dice la cylon ligona: somos humanos (pero qué cachonda la tía).
Cayendo en barrena hacia Mordor, Helena Cain arrastra a la insulsa Kendra que, ciertamente, sirve poco más que para introducir los flashbacks que nos llevan a la Pegasus y para escuchar ciertas revelaciones que se convierten en lo más interesante del capítulo. Hemos conocido a dios, y dios conoce a Kara Thrace. Vaya vaya vaya. Me apunto a la teoría de MacGuffin referente a la hibridez de Starbuck, pero me desconcierta el resto de la revelación. ¡Ains, qué larga va a ser la espera!
De momento, y mientras sigo preguntándome por qué frakking hell se empeñan en ir a la tierra cuando nadie les garantiza que allí estarán seguros, tendré que ver de nuevo varias veces algunos capítulos seleccionados cuidadosamente. Ante esto, cobra más sentido que nunca lo de todo esto ya ha pasado antes y volverá a pasar otra vez, al menos en mi DVD.