Mis tardes con Patricia
Hoy me he levantado con ganas de confesar al mundo algo que llevaba mucho tiempo escondiendo en mis adentros: cuando llego a casa de trabajar, me gusta encender la tele y poner El Diario de Patricia. Es algo catártico.
Durante diez minutos me quedo absorta delante del televisor, observando atónita como un grupúsculo de seres de mi misma especie le cuentan sus vergüenzas a una señora muy salerosa. Y es que no sé cómo Patricia Gaztañaga no es considerada una de las grandes damas de nuestro país, a la altura de MariTere Campos o Marceditas Milá. Se ríe de la gente, les saca trapos sucios y les trae a sus peores enemigos…¡y nadie le ha partido la cara todavía! Tiene mérito.
Hoy quiero encomendarme a Patricia para que vuelva a traernos a los friquis. Mi estómago no está preparado para los familiares abandonados y las amantes maltratadas. Me deprime y me hace cambiar de canal. El único bien que Patricia puede hacerle a esta sociedad es volver a sus orígenes y regalarnos otra vez los amados cibernovios, los ligones de pueblo y las maduritas cachondas. No quiero llorar con mi país, Patricia, quiero reírme de él.
Aún me acuerdo cuando estaba en la universidad y estudiaba para los exámenes de septiembre mientas veía esas jornadas que hacías tipo Contacto con tacto (¿alguien más se acuerda?), donde los jovenzuelos buscaban pareja y se enrrollaban ahí mismo. O cuando alguien venía a confesarle a su abuela que era drag queen o, mejor aún, cuando las niñas alocadas venían a conocer a sus grandes amores de internet, sólo para encontrarse con un barbudo apollardado.
Dejemos ya de pontificar y hablar de televisión basura, amigos. No hay nada más amarillista últimamente que esos sopores panfleteros que son los debates Zapatero-Rajoy. Para aguantar sandeces y humor barato, yo me quedo con los inconscientes que buscan una confidente en la Gaztañaga. Así que si Patricia piensa en mantener esta línea dramática, pido la recuperación inmediata de Jaime Bores. Ese sí que nos traía friquis de los buenos. ¿De dónde soy o de dónde vengo? ¿O dónde nací?