El souffle del cazador
Por aquí no somos mucho de comer entrañas humanas (ni de ninguna clase), pero claro, es cuestión de carácter, aunque oye, bien presentado, pues nunca se sabe. Después del éxito de la Wii entre los vampiros de Bon Temps y la existencia de Anubis Airline, ver a Maryann cocinar con amor y cariño un corazón humano es lo más hilarante que he visto en True Blood, aunque la lista se alarga por momentos, en eso True Blood nunca decepciona.
Cierto es que el sofrito hacía buena pinta, pero en la vida he visto un pastel de carne que supure ketchup, porque eso es un pastel de carne al uso, que en mi pueblo el souffle es otra cosa. También juraría que el pastel de carne de Martha Stewart no te inyecta los ojos en petróleo ni genera una explosión de puñetazos y tortas varias (que no lo hace, ¿verdad?)
Se dice, se comenta que Maryann es una ménade, lo que viene a ser básicamente una loca pirada salvaje que bajo el influjo de Dioniso (dios griego del vino) entra en un éxtasis frenético con montones de lujuria, sangre, violencia, y sí, también ingestión de carne humana.
La chica encaja en la definición, sin duda, y cocinar la carne humana en vez de tragársela cruda aporta distinción, eso es verdad, aunque tengo que decir que lo que más me gusta de ella es que su sangre necesite el logotipo de biohazard para vampiros, que aún me estoy riendo de Bill vomitando por la ventanilla y pidiéndole a Sssookie que le alcance su sangre recuperadora. Que sí, que Eric mola más, pero han pillado la directa haciendo que Bill parezca el rey de los sosos, debiluchos y feos, que nos descuidamos y aparece una Wii Fit en su caserón. ¿Necesitará Ecko, la fragancia para vampiros?