Three Rivers
Cada temporada pruebo un método nuevo para enfrentarme a las novedades porque, ya sabéis, yo soy muy de costumbres y me cuesta despegarme de las series antiguas para dejar paso a las nuevas. Pero este año me he soltado la melena y me he lanzado a lo kamikaze a ver todas las series nuevas de esta temporada de golpe. TODAS. Y, claro, como era de esperar, eso me ha provocado una profunda sensación de vacío espiritual porque, en general, me han parecido todas morralla pura.
Si rebuscáis entre los post antiguos dónde hablaba de las series que venían (algo que todos tendríais que hacer para daros cuenta de lo bocazas que soy a veces), estaba totalmente abierta a abrazar las series nuevas y, entre ellas, a Three Rivers. Así que entenderéis el sentimiento de vergüenza ajena que me ha embargado al descubrir que la serie de la CBS es infumable. Y mira que yo estaba dispuesta a entregarme en cuerpo y alma a la causa, ya que el protagonista de la serie es Alex O’Loughlin, todo un referente en esta casa. Pero ni su cara bonita puede salvar a esta serie de la quema.
El planteamiento de Three Rivers es muy sencillo, tan sencillo que asusta. El Three Rivers es un hospital en Pittsburgh en el que hay un equipo expertos en transplantes muy bueno muy bueno, capitaneado por Andy Yablonsky (Alex O’Loughlin), un médico muy cachondo y listillo, que juega a ser dios, no sólo con el bisturí si no también prometiéndole órganos a quien se le antoja. Porque, ya sabéis, él es buena persona y además tiene ese poder. También hay otro médico chino de ascendencia asiática (Daniel Henney) que se ve que es un rompe-bragas, el novato medio nerd (Christopher J. Hanke) pero que seguro les acaba sacando las castañas del fuego y la doctora rebelde sin causa (Kathering Moening, la andrógina oficial de Hollywood), la Meredith Grey de Pittsburgh que también tiene sufre la alargada sombra de su padre médico muerto, que se ve que era un gran médico pero un padre horrible. Y después está la gran Alfre Woodward, que es la jefa de todo el cotarro, y vino a sustituir a Julia Ormond, a quien le dieron la patada tras rodar el piloto.
Y también hay sitio para la poesía en Three Rivers, pues el título de la serie no sólo corresponde al nombre del hospital en el que practican la medicina del futuro y que en Pittsburg, cuidad dónde está ambientada, se dan encuentro tres ríos distintos, si no que encima se supone que las historias se ven desde tres puntos de vista (el de los donantes, el de los receptores de los órganos y el de médicos). Y, además, en cada capítulo se cuentan tres historias distintas. Ah, y el tres también es el número de la Santísima Trinidad.
¿A que os parece entretenida? Pues sólo es porque yo lo explico muy bien. Todos los personajes son absolutamente prescindibles y las historias soporíficamente aburridas con pacientes enfermos pero anodinos. Que sí, puede ser que traten el tema de las donaciones de órganos muy bien, pero llega un punto en el que preferiría que me lo estuviese explicando Manuel Torreiglesias. ¡Ah! Pero en el Three Rivers tiene algo que les hace diferentes, algo que indica que deben estar emparentados con la NASA o con Tom Cruise, porque en la sala de reuniones del equipo de donaciones usan una tecnología directamente sacada de Minority Report. Muy creíble todo.
Y hablando de credibilidades, lo más fuerte es que leí por ahí una entrevista a Alex O’Loughlin dónde decía que después de rodar el piloto habían decidido que su personaje no llevase camisetas arrapadas, porque no era creíble que un médico fuese de esa guisa por el hospital. Alex, por Dios, cuando uno maneja tecnología de ese calibre sin despeinarse, puede llevar lo que le salga de los mismísimos. Nunca te tendrían que haber cancelado Moonlight, amigo. Ahí no te tenías que preocupar por la poca credibilidad de la serie y, ni mucho menos, por lo que llevabas puesto.
Por supuesto, la serie tiene problemas muy serios de crítica y de audiencia y dudo mucho que vea una segunda temporada. Pero es que los muy lerdos no sólo tuvieron problemas de casting, vestuario y de planteamiento y guión, si no que tiene las santas narices de emitir los capítulos alterados. Pensaba que esta práctica mongoloide era sólo marca de la casa de los genios de FOX, pero cuál fue mi sorpresa al ver el segundo episodio, tras un piloto descafeinadísimo, que se dedican a presentar a los personajes. ¡Personajes que ya tenían una presencia normal en el piloto! Con un par. Todo este libertinaje programador algunos dicen que se debe al cambio de Julia Ormond por Alfre Woodward. Yo simplemente pienso que Carol Barbee está comprando su ticket para la cola del paro, ya que juega para bingo después de su fulgurante éxito con Jericho, Swingtown y The beautiful life. Sí, también estaba metida en el ajo de The Beautiful Life. Algo me dice que esta mujer está en racha.