Las nuevas brujas de Eastwick
Consecuencias de la fiebre remakeadora que les ha dado a las cadenas últimamente son series como Eastwick, basada en la película de 1987, basada a su vez en la novela Las brujas de Eastwick de John Updike. O sea, la serie tiene todos los ingredientes para ser considerada un truño de tomo y lomo y, a pesar de eso, estoy empezando a cogerle cariño. Por supuesto, lo primero que tenéis si decidís empezar a verla es olvidaros que jamás existió una película protagonizada por Jack Nicholson, Cher, Michelle Pfeiffer y Susan Sarandon porque, si no, os cogerá una depresión. No me malentendáis, los actores no apestan, pero está claro que Paul Gross no es Jack Nicholson.
Pero de hecho, el mayor problema de la serie es precisamente que no es una película. O sea, que el formato de una película era perfecto para explicar la historia de tres brujas novatas que descubren sus nuevos poderes y son manipuladas por un misterioso galán de noche con unas intenciones más oscuras que el culo de Machín. Pero en un formato alargado, toda la posible intensidad de la historia queda disipada en el transcurrir de los minutos. Pero visto de otro modo, como tiene muchas papeletas de ser cancelada, quizá tenga el timming perfecto. Otro tema es que no hay manera posible de encasillar la serie, pues mientras la película era definida como un comic horror fantasy film, la serie de la ABC se clasifica en ese indefinido mundo de las dramedias y ni yo misma soy capaz de llegar a una conclusión. Vamos, que es un mess de la hóstia.
200 palabras más tarde, todavía no os he explicado bien de qué va, así que vamos a suponer que todo el mundo ya sabe que estamos hablando de tres brujas novatas con las hormonas alteradas. Las tres susodichas en la serie de la ABC son Rebecca Romijn, Lindsay Price y Jaime Ray Newman, en los papeles que en la gran pantalla interpretaron Cher, Susan Sarandon y Michelle Pfeiffer, respectivamente. No hay color, por supuesto. Como tampoco habría color con las actrices que habrían interpretado estos papeles en las dos intentonas de adaptación que ha habido durante dos décadas. La primera adaptación fue tumbada por la NBC en 1992 y tenía a Julia Campbell a la cabeza. Pero la que sí que me hubiese gustado ver a mí es la adaptación que le propusieron a Fox en 2002, con (ojo al dato), Kelly Rutherford (Cher), Marcia Cross (Susan Sarandon) y Lori Loughlin (Michelle Pfeiffer). ¿Cómo se os queda el cuerpo?
Quizá me la mire con buenos ojos porque estoy convencida que están usando el mismo plató donde rodaban Las chicas Gilmore. Y después están las tres chicas que, de golpe, descubren que son brujas, así que también tenemos algo de Embrujadas. Y está el pichabravismo del macho-alfa de la serie muy a lo Richard Castle (o cualquier papel que hagan Nathan Fillion), aunque también muy del rollo Fuente de Todo Mal. Otra vez Embrujadas, vaya por dios. Pero bueno, hay que decir que a pesar de que la serie se esté metiendo poco a poco a más espectadores en el bolsillo, sin duda debido a su naturaleza de ultra-guilty pleasure, para poder verla tienes que desprenderte de toda lógica humana y entregarte al visionado en tabula rasa, porque los personajes son absurdos hasta rayar el insulto. Así que imaginaos las tramas. En ningún momento se plantean por qué tienen poderes, ni por qué ese hombre tan machirulo lo sabe todo sobre ellas y, cosas tan dadaístas como que el personaje de Lindsay Price pase de ser una boba timorata a mujerona seductora sólo por soltarse el moño y quitarse las gafas. Que digo yo, ¡manda huevos!
Pero, oyes, tienen de special guest star a mi adoradísima Cybill Shepherd. Y eso, amigos, no tiene precio.