El buscador, el mago feo y la de blanco a la que no se puede mentir
Era de esperar que con mis antecedentes me acabara enganchando a La Leyenda del Buscador. Lo que no me explico es por qué he tardado tanto, con la de años que hacía que estaba yo huérfana de Xenas y Hercules. Porque eso sí, muchos pies al gato no hay que buscarle: si no se es demasiado del Xena Team, lo mejor es mantenerse alejado de espadas mágicas y brujas karatekas embutidas en cuero (aunque sea rojo).
Las tres (Xena, Hercules y La Leyenda del Buscador) tienen en común a Sam Raimi y su amiguito RobertTapert como productores ejecutivos. De alguna forma, el mundo de La Leyenda del Buscador es algo así como una remasterización digital a lo bestia de los universos Xena y Hercules (también comparten director de fotografía diez años después), aunque La Leyenda del Buscador, basada en los libros de Terry Goodkind, se gasta una elaborada mitología propia. Claro que, a pesar de que el amigo Goodkind (que tiene un apellido de lo más «cuento de hadas», by the way), está implicado en los guiones de la serie, parece ser que ésta es una interpretación de las novelas bastante libre.
Eso sí, las reglas del relato fantástico las han aprendido bien, que para algo somos animales de costumbres: tenemos un héroe, el Buscador (Craig Horner, con esa semi barbucha cuatropelina) al que se le encomienda la misión de restablecer el orden universal roto por el villano, Darken Rahl (Craig Parker, Spartacus friendly).
Para acompañar al buscador en su viaje no puede faltar el mago, Zeddicus Zu‘l Zorander (el raruno Bruce Spence) y la chica, Kahlan (Bridget Regan), que ya no es la princesa desvalida del cuento clásico: Kahlan también tiene poderes mágicos, de los que el que más me fascina es el poder cargarse ella sola a un puñado de soldados a golpe de puñal en medio de un lodazal sin ensuciarse lo más mínimo el vestido blanco (se inspira, de todas todas, en la Princesa Leia, seguro). Finalmente, todo héroe necesita, para la consecución de su misión, un objeto mágico, en ese caso, la espada de la verdad.
Total, serie de aventurillas al canto, pero muy bien contadas, oye, con las dosis justas de acción, magia, efectos especiales más o menos cutres y besuqueo que ABC Studios, con el tito Disney detrás, creen aceptables para la moral universal, porque todos sabemos que el bien siempre derrota al mal, en las luchas espada en mano casi no se sangra y en los graneros nadie fornica. Vaya, que ni mejor ni peor, simplemente lo contrario (y con menos dinero) de lo que seguramente están haciendo los chicos de HBO con la adaptación de Canción de Fuego y Hielo.
La Leyenda del Buscador va por su segunda temporada, en la que hay incorporaciones al reparto bastante interesantes, incluida la breve pero intensa aparición de nuestra amiga Charisma Carpenter (sí, embutida en rojo), y la actuación, también breve pero con algo más de ropa, de Aimee Teegarden. Además, la historia va en la dirección de derroteros que no por predecibles resultan menos atractivos. Un placer del que me siento muy poco culpable.