El show de Fiona
Vaya por delante que no he visto la original UK Shameless y no sé cómo van las cosas allí, pero en el dirty Chicago de los Gallagher, la serie bien podría llamarse El show de Fiona, o algo más adecuado a las circunstancias, tipo, simplemente, Fiona, o Fiona Unplugged.
Y oye, me parece fantástico. Estoy en el grupo de los que ya casi han dejado atrás que Emmy Rossum algún día fue una princesa. A veces la veo en Shameless e incluso me imagino que bien podría haberse olvidado el desodorante. Serán las ojeras, los labios pálidos, la ropa de mercadillo o que la chica tiene talento, pero sí, si en Shameless hay una protagonista, esa es Fiona.
Desde el principio, Shameless me pareció una versión Showtime (en formato trash Chicago) de Party of Five. Me lo sigue pareciendo, y que conste que no me quejo. Al contrario, lo disfruto.
En el fondo es la historia que nos han contado mil veces, y que siempre nos ha tocado la fibra: familias rotas donde los hijos deben salir adelante como pueden. Desde los Salinger a los Kmetko, de adolescentes que adquieren roles de adultos hemos tenido unos cuantos. Cómo nos cuentan la historia, si a lo pijo en San Francisco a o lo punky en Chicago, eso es, entre otros, lo que las diferencia.
Que por cierto, si os van los dramones de niños huérfanos o, por lo menos, si queréis ver a Kristen Bell de madre responsable y a Anne Heche de madre de mierda, no dejéis pasar una cosa llamada La decisión de Gracie, un dramón de mediodía de fin de semana en toda regla, pero si os gustan las cutre-rarezas, ahí lo dejo.
Volviendo a Shameless, queda ver cómo va a evolucionar Fiona, que de momento parece atrapada en la locura doméstica de los Gallagher. Eso sí, ahora tiene un novio buenorrísimo con el que desahogarse siempre que quiera, que para algo estamos en Showtime y no en abc Family. Vale, y también está aprendiendo a confiar y todo eso, pero espero que no se queden aquí con su evolución.
Que, by the way, no seré yo la que se queje de verle el culo a Justin Chatwin cada dos por tres, pero que un chico tan monérrimo pase por macarra robacoches, eso sí que chirría, que por mucho que no se afeite, no dejará de ser un niño bien.
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