El sexo familiar de Transparent
Ya que me subí muy tarde al carro de Transparent sólo os quiero decir una cosa muy importante: Jeffrey Tambor es un ángel y espero que gane el Emmy a mejor actor. Actor de comedia, cosa que Transparent no es pero, en fin, él merece eso y más.
Jeffrey Tambor interpreta a Maura Pfefferman, previously Mort, quien a sus 60 y pico ha decidido vivir la vida como siempre ha sentido, como la mujer que es. Una de las cosas más bonitas de Transparent es que, al contrario de lo que uno podría asumir, Maura es la persona más normal y cabal de su familia, porque sus tres hijos son tres mierdas como la copa de un pino. Sarah (Amy Landecker), la mayor, ha decidido dejar a su familia para volver con su antigua novia lesbiana (grandiosa Melora Hardin). Josh (Jay Duplass), el mediano es la persona más ridícula y con más necesidad de cariño (de cualquier tipo) que he visto nunca y Ali, la pequeña, vaya, es uno de los personajes más humanamente detestables de la televisión: vividora, sexualmente confundida y absolutamente egoísta. Maravillosa y rara Gaby Hoffmann.
Con todo lo del trangenderismo y demás, Transparent es de las series que mejor refleja la normalidad del ser humano y que mejor captura sus luces y sus sombras. Principalmente las sombras. Y con esa bella captura de la realidad uno de los mejores sexos normales de la televisión. Ya que los actores básicamente practican el sexo de mentira en pantalla (mostly, supongo), en general, la tendencia es a la coreografía donde el sexo es kamasutresco y casi etéreo, con sábanas siempre blancas tapando pezones y pelos indiscretos. Tras la intervención del cable, el sexo en televisión se ha vuelto salvaje, muy rollo Khal Drogo, de peña locatis tipo Carrie Mathison o experimental tipo Masters of Sex. Pero curiosamente, con los normal y casero que es en Transparent, han conseguido que sea mil veces más sexy. Y muy abundante, porque a los Pfeffermans les encanta follisquear all day long. Follisquear y romperte el corazón, eso es lo que hacen.
Dejando de lado la cantidad de veces que cualquiera de los hijos de Maura practica el sexo al día, son personajes absolutamente de verdad. Todos tienen relaciones complicadas, crudas y reales. No hay nada coreografiado o falso, aunque sea Josh tirándose a su niñera vieja (o a su rabina), Ali intentando hacer un trío loco con sus entrenadores (intentando calentar a un hombre trans en un lavabo) o Sarah echando de menos el cimbrel de su marido en la habitación de la lavadora. Son situaciones que todos podríamos vivir, pensadlo bien. Y a pesar de esa familiaridad y ese ser personas normales (no son ni guapos ni feos), consiguen hacerlo sexy. Al fin y al cabo, la realidad siempre es más sexualmente apetecible que la ficción, ¿no?