El síndrome Clooney – Grenier
El inexorable paso del tiempo puede parecer vertiginoso, pero creedme, a no ser que te llames Baby Jane, es imperativo reconocer que el tiempo hace grandes cosas en nosotros: nos convierte en diablos viejos y astutos y, en la mayoría de los casos, nos buenorriza un poquito.
Ya vimos hace tiempo el caso Patrick Dempsey, pero hoy quería centrarme en el síndrome Clooney – Grenier, o síndrome parece mentira que siendo primo del eslabón perdido te hayas convertido en esto.
Prueba número 1: George Clooney de joven
No me negaréis que parece que el tío esté a punto de lanzarse a la tala del roble sin más ayuda que una sierra mecánica sin gasolina. Que digo yo, si vende todo el pelo que le sobra, se paga combustible para construir 15 graneros.
Prueba número 2: George Clooney de no tan joven
Este George efectivamente se ha vendido el pelo sobrante y se lo ha gastado en trajes de Emidio Tucci y en Nespressos. Que los dioses le protejan y le conserven en aceite.
Elucubración número 1: Adrian Grenier de joven
Versión beta 1.0. Modelo básico alérgico a cuchillas, tijeras o pinzas. El chico va de guapo pero, sinceramente, ¿no os inquieta tanta profundidad facial?
Elucubración número 2: Adrian Grenier de no tan joven
Esperemos 15 años y veamos cómo nos sorprende la versión evolucionada de Grenier. Yo apuesto por la mejora a lo Clooney, aunque no descartaría la no-mejora a lo Travolta.
Y para finalizar, me copio de MacGuffin y os suelto un desafío: ahí va una imagen de una de esas pelis de antaño que tanto nos ha traumatizado. 10 minipuntos para el primero que se atreva con el título. Venga majos, que no es difícil. Recordadme que un día escriba una oda a la protagonista.