Mis problemas con Ryan Murphy
Ya sabéis lo peligroso que es encumbrar a la gente sin que haya acabado de demostrar de lo que es capaz. Que una cosa es que adoréis a Aaron Spelling por ser el amo del telemundo y otra decir que Joss Whedon mea cherry coke. Así que hoy os he venido a hablar de mi preocupación por el súbito encumbramiento de Ryan Murphy. Porque soy de las que piensan que Glee es el estreno de la temporada a varios niveles pero que, a pesar de eso, es demasiado pronto para empezar a repicar campanas y declarar que Ryan Murphy es un semi-dios visionario.
Y es que Ryan Murphy, amigos, es un raro. Si estudiáis bien su carrera veréis que es como poco, peculiar, pues sus creaciones son rarunas y con tendencia a dejarte mal cuerpo. Eso sí, es un tipo coherente. ¿Es Glee una excepción? Pues no, simplemente es una derivación de su locura habitual amenizándola con canciones. Ojo, que yo soy de las que no se avergonzaba hace 10 años de admitir que veía Popular. Porque ahora está muy de moda decir que amabas Popular, cuando es mentira. Pues todo el mundo decía pestes de ella, igual que de Las gemelas de Sweet Valley que, por supuesto, me encantaba también. Popular era una locura cutrelux de la WB y Glee no deja de ser su hermana rica, mejorada y musical en Fox. Porque yo la amo, pero admito que los números musicales son los que hacen que me olvide de muchos momentos PQC (¿peroquécojones?) que no tienen ni pies ni cabeza.
Amigos, yo soy fan de Glee. Vamos, de sus 13 capítulos. Porque no olvidéis que tan sólo hemos visto 13 capítulos de lo que ahora parece la obra magna de la televisión y, de paso, de la música también. O sea, que me parece estupendo ver las fotos de los entrañables actores de la serie recogiendo sus múltiples premios (Globos, SAG’s y demás), pero pienso que es demasiado pronto para ellos. Como comentábamos con Juanjo este fin de semana, tengo miedo de que Glee pueda ser la nueva Heroes. Pues recordad que Heroes era la leche, wow-wow-wow, una serie increíble de súper héroes mundanos que nos dejó a todos viendo trasfondos en las gafas de pasta de Jack Coleman. Y eso fue hasta el capítulo 20. Y después vino la debacle. Por supuesto eso nos parece imposible a todos. Glee Rocks. Pero tan sólo hemos visto 13 capítulos. Y, por qué digo todo esto, pues porque ahora Glee está en boca de todos. Porque no eres nadie si no apareces en Glee. Porque la gente se está rasgando las vestiduras al saber que Idina Menzel va a aparecer en Glee. ¿Sabían quién era Idina antes? Qué más da, ¡va a salir en Glee! Y, claro, también saldrá nuestro amado y omnipresente Neil Patrick Harris, and that’s a whole new level.
Como decía antes, Ryan Murphy es uno de esos showrunners con un estilo muy marcado y muy coherente con sus convicciones y obsesiones (impotancia de las apariencias, loserismo y homosexualidad). Pero sus creaciones hiperbólicas e histriónicas siempre acaban haciendo aguas por algún lado, pues se le van de las manos. Recordemos que es el señor que tuvo que admitir en rueda de prensa que se le había ido tanto la olla en Nip/Tuck que pedía perdón al público, pues hasta los protagonistas habían admitido públicamente que la temporada les había dado vergüenza ajena. Murphy tiene el don de engancharme con sus locuras, pues lo que él hace siempre es diferente al resto, hasta que llega un día en el que el nivel de chabacanismo y/o demencia es tal, que hasta mi moral perturbada no puede soportarlo. Así que tengo sentimientos encontrados con él. He visto todo lo que ha hecho y lo seguiré haciendo. Y es por eso que tengo miedo, porque le conozco.