Yo quiero uno igual – Coches y fragonetas
Como buena teligiosa, ansío poseer la mayoría de las cosas –superchachis o no- que aparezcan en las series: camisetas, tazas, bolsos y un largo etcétera en el que se incluyen varios vehículos motorizados. La verdad es que con los coches me pasa algo extraño, aunque soy un antianuncio de audi (odio conducir) y los concesionarios forman parte de mi territorio inexplorado, no puedo evitar cierta atracción por los coches que salen en las series. Ahí van los que más he deseado:
Está claro que si quieres recorrer el país a lo fugitivo y pasando desapercibido, lo mejor es conducir una fragoneta negra con una línea roja conducida por un armario con cresta cargado de oro. No sé vosotros, pero yo me imagino ahí subida, con la musiquilla del Equipo A de fondo, tomando la directa camino a la playa y se me alegra el día.
Kilt me gustaba únicamente por su capacidad de conducirse a sí mismo, a lo piloto automático, lo que hace posible subirse al coche y a) dormir, o b) ver la tele (el resto de opciones que os estáis imaginando son tan posibles como plausibles, jeje). Eso sí, es imprescindible conseguir que el coche de las narices no diga una sola palabra, porque a insoportable no le ganaba nadie.
Aquí me tendréis que permitir un momento retrógrado porque no me imagino conduciendo este Ferrari V8 308GTSi 250 hp sino de copiloto del que lo conduce, ya sea Tom Selleck o cualquier excelente ejemplar parecido.
Nunca, nunca en la vida podría llegar a conducir un coche así de enorme en una ciudad como New York, pero siempre he querido correr hacia el aeropuerto para conseguir que alguien no se suba a un avión, y diría que los bajos del asiento delantero son un lugar súper cool donde guardar las cenizas de tu abuela. Además, casi afirmaría que el espíritu de conducción de Phoebe es muy, pero que muy parecido al mío.
Ala majos, como seguro que tenéis vuestros propios coches-fetiche, sentíos libres de expresarlo con toda libertad que para eso estamos aquí.