20 años de Dirty Dancing
Es casi glorioso que algo tan cutre haya pasado a formar parte de nuestra cultura popular con tantísima fuerza, y es que pocas cosas se me antojan tan cutridivinas como Dirty Dancing. Hasta High School Musical tiene un guión más consistente y, los dioses saben cuánto me duele decir esto, incluso Zac Efron tiene más talento que Jennifer Grey, pero lo cierto es que llevo años sin cansarme de mi sesión periódica de baile guarrindongo. Es por esto que estos días tengo a bien celebrar el vigésimo aniversario de su estreno (21 de agosto del 87) en los estados juntitos. Larga vida a Baby.
Hace 20 años (aunque diría que más bien 19) tenía un póster de Glenn Medeiros sobre la cama, me arremangaba los tejanos como si fuera a pescar y flipaba con mi radiocasetese de doble platina. Mi madre no me dejó ir a ver Dirty Dancing al cine, así que tuve que esperar a que mi vecina, que tenía vídeo, afortunada ella, organizase una terapia de grupo para ver lo que ya se había convertido en el súper pelotazo adolescente del año.
Dirty Dancing era una película de bajo presupuesto y manifiestamente mediocre cuya única baza eran sus múltiples números musicales y la posible explotación de los musculitos de Patrick Swayze. El susodicho había participado en poco más que Rebeldes (genuflexión ante el altar del Brat Pack) y Norte y Sur, y Jennifer Grey era una niña pija de New York a quien su familia había abierto las puertas del cine a pesar de tener menos carisma que mi escobilla del baño, y cuyo papel más logrado hasta el momento era el de hermana chunga de Ferris Bueller.
Ambos deberían haber peregrinado a Lourdes, a la tumba de Elvis o a las profundidades de Mordor, como agradecimiento por haberles dado la oportunidad de su vida, y eso que se dice se rumorea que se llevaban fatal desde el rodaje de Red Dawn. Algunas almas caritativas aseguran que se reconciliaron a base de mambo y entonces surgió la magia, casi. Pues vale. El resultado: que tuviéramos que aguantar a Jennifer en un par de aberraciones cinematográficas más hasta que la pobre se hizo un par de rinoplastias tan desastrosas que no la conocía ni la presidenta de su club de fans.
Ya sabéis queridos, para vuestras rinoplastias y nose job varios, no confiéis en nadie más que en Raj Canodia.
Aunque por aquel entonces no estábamos los bloggers, el asunto fue motivo de sorna generalizada y a Jenny no le quedó otra que tomárselo con sentido del humor en la sitcom It’s like, you Know… (adjunto traducción patillera)
Arthur Garment: You know, you look different somehow. (Sabes, pareces diferente)
Jennifer Grey: Well, you see a movie ten years ago… (Bueno, viste una peli hace diez años…)
Arthur Garment: I saw it just recently. (La he visto hace poco)
Jennifer Grey: . . . on a small TV screen . . . (… en una pantalla pequeña…)
Arthur Garment: This was a revival. Huge movie screen. (Era un revival. Pantalla enorme)
Jennifer Grey: . . . sitting so far back . . . (… sentado muy, muy atrás…)
Arthur Garment: Front row. Right up close. (Primera fila. Cerquita cerquita)
Jennifer Grey: Nose job! (¡Me operé la nariz!)
Arthur Garment: Oh. (pauses) Just one? (Oh, ¿solo una vez?)
Patrick se lo montó algo mejor explotando su imagen de chulito musculoso de la pradera, especialmente en Road House, gran película donde las haya, y la soporífera Ghost. Lo siento, odio Ghost, odio su argumento y odio su pestilente cancioncilla. El tío sigue en activo, cameando por ahí y alimentando a la serie B y a las telemovies. ¡Eh! ¿Qué pasa? Hay telemovies gloriosas y cutridivinas, especialmente las navideñas.
Del resto del reparto sería mejor olvidarse, a excepción de Jerry Orbach, a quien perdoné haber tratado tan mal a Johnny cuando dio voz a Lumiere en La Bella y la Bestia. Me encanta cómo el dibujillo se parece a Jerry, vaya, que tiene su misma tocha.
Pero, sin duda, el mayor logro es el de Kelly Bishop, que pasó de tener dos hijas insoportables y a ser la madre de la grandísima Lorelai Gilmore. Si es que el tiempo pone a todo el mundo en su sitio.
Y no me entretengo más con esta oda a Dirty Dancing, así que os dejo con otra pequeña oda que le dedicaron en How I Met Your Mother, sitcom que me encanta, entre otras cosas, por sus múltiples y constantes alusiones a la cultura popular. Of course, nuestro baile guarrindongo no podía faltar:
Por cierto, que la canción que tiene enganchada Marshall, She’s like the wind, está escrita e interpretada por el mismísimo Patrick. Ahí va: