Oda al autobús escolar

El autobús escolar es una de esas muchas cosas que, cuando llegas a los estados juntitos y lo ves piensas “colega ¡un autobuús ecolar!, ¿habrá animadoras dentro?» Seguramente, no sólo habrá animadoras sino miembros del club de ajedrez, quarterbacks, abusones, criaturas que se han quedado sin almuerzo, y allá al fondo algunos imberbes acneicos metiéndose mano. Diría que la mayoría de rituales infantil-adolescentes se fraguan en el autobús escolar, en los baños o frente a las taquillas.

School bus

En un país donde les sobra espacio y las distancias se multiplican, el autobús escolar es casi un servicio de primera necesidad si pretendes tener escolarizados a los coach couch potato del futuro. Vaya, que el autobús escolar es un servicio público cuya combinación de colores está regulada por ley, que lo sepáis.

School bus

Un autobús escolar es también e invariablemente una olla a presión en la que puede pasar casi cualquier cosa, desde motines a trágicas caídas por acantilados, claro que si vas al Neptune High tienes más probabilidades de “dar el salto”.

A lo que voy, de autobuses escolares en las series salen a patadas, pero solo unos pocos alcanzan la gloria. Ahí van mis tres preferidos:

Simpsons Otto School bus

Para empezar, el de la escuela pública de Springfield, no por el autobús en sí, sino por su conductor, que me mola mucho. El tío se llama Otto y conserva el récord de habérsela pegado como 15 veces sin ninguna consecuencia fatal. Eso sí, Otto nunca quebrantará el juramento del conductor de autobús: nunca te la pegues a propósito. Si yo hubiera ido al cole en autobús, habría sido más feliz con alguien como Otto al volante, y es que nadie le podrá negar que no se preocupa por los niños amarillos.

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Veronica Mars School bus

El segundo puesto se lo lleva el autobús volador del Neptune High. Aún no he acabado la segunda temporada, así que no sé quién fue el cabroncete que lo hizo volar, pero en un alarde de simplicidad sin precedentes, me mola que estampen el school bus en una serie como Verónica Mars. Está al nivel de envenenar el puré de patatas de la comida, lanzar gas lacrimógeno en la apertura de las taquillas o poner whisky de garrafón en el ponche del baile de promoción.

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Veronica Mars School bus

Y at last, pero not the least, el autobús en el que huyen Buffy y sus amiguetes de un Sunnydale que, literalmente, se derrumba. A pesar de haberse alargado dos temporadas más de lo necesario, me parece un bonito colofón para esta gran serie que nos enseñó que el instituto es el infierno (si es que no nos habíamos dado cuenta aún). Huir en el coche de línea, en limusina o fragoneta no habría sido lo mismo, y esa imagen de Buffy mirando el enorme cráter en que se ha convertido la ciudad aún me emociona. Bye bye Sunnydale.

By the way, majos, feliz Sant Jordi, día del libro o cualquier cosa que queráis celebrar hoy.