Tráilers locos de películas psicotrópicas sobre tiburones transgénicos
Allá por el 75, el amigo Steven Spielberg tuvo la decencia (y buen juicio) de utilizar la cámara subjetiva y la excelente banda sonora de John Williams para infundir en nosotros yuyu hacia el tiburón en vez de vergüenza ajena por un tiburón robótico que no acababa de dar el pego. Y ya está. Fin. Punto. La decencia (y el buen juicio) han tendido a escasear desde entonces en las películas sobre tiburones. ¿Nos importa? Pues no, porque precisamente ahí está la gracia. ¿Qué sentido tiene hacer una película como Sharknado si no puedes fardar de tiburón tróspido? Sharknado (enough
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