The Starter Wife… better not to start
Hecho número 1: Debra Messing me cae bien.
Hecho número 2: el verano recalienta el asfalto y las neuronas.
Hecho número 3: tengo cierta debilidad por la literatura de “encefalograma plano”.
Consecuencia número 1: he visto The Starter Wife.
Consecuencia número 2: Frak, Stephen Moyer tiene menos carisma que una goma de pollo.
Consecuencia número 3: sigo sin reconciliarme con Miranda Otto.
En realidad es culpa mía por empeñarme en ver una historia de superación personal en el frívolo Hollywood cuando todos sabemos de sobra que no necesitamos más blahniks en nuestras vidas.
De verdad que me sabe fatal que el marido cabrón deje a la pelirroja simpática, que le quiten la tarjeta vip del club de las reinas de la manipedi y que no le permitan ni acercarse al wasabi de Nobu, pero me sabe mucho peor que The Starter Wife sea tan previsible como insípida. ¿Realmente hace falta que os explique más cosas sobre el argumento?
En este caso no es la previsibilidad lo que me molesta, hay que ser lerdo para no imaginarse cómo va a acabar el asunto a los 20 minutos de los títulos de crédito, peligrosamente parecidos a los de Mujeres desesperadas, por cierto. Sin embargo, sí esperaba algo más del camino que lleva al happy end, cargado de guiños al Hollywood posh pero tremendamente aburrido. I know, mea culpa, quizás el libro esté mejor.
Por si fuera poco, lo del product placement de Pond’s, flamante patrocinador, es casi criminal, y más si tenemos en cuenta que a la cara de estas mujeres solo se acercan las perlas de caviar de La Prairie y no la crema Pond’s de mi tía, por muy age rewind que sea. Claro que tan creíble es que una mega pija lleve un tarrito de Pond’s en el Vuiton como que se ligue a un homeless, lo reinserte en la sociedad y consiga que vaya con una blackberry. En fin, coincidiremos en que nadie busca credibilidad en este tipo de productos.
Lo menos malo es que Debra Messing sigue cayéndome bien y Joe Mantegna y Judy Davis ahora me caen mejor (lástima lo de Mantegna con la terrible Mentes Criminales). He decidido, además, que voy a mantenerme alejada durante un tiempo de ese guisante insulso que es Stephen Moyer (escalofrío).
Dejo a vuestro criterio invertir casi 6 horas de vuestro tiempo viendo The starter wife. Vaya, que os lo penséis dos veces antes de dejaros llevar por sus múltiples nominaciones a los Emmy, que ya sabemos son de poco fiar. Por duro que parezca, a veces es mejor decantarse por la programación televisiva de sobremesa.