Depresión infantil total

douglas

Qué bien, en ByTheWay se acuerdan de mí…

Como muchos de vosotros yo, de niña vivía en el mundo de las piruletas. Y no porque mis padres mi mimasen, que no era el caso, si no que yo me trasladé perpetuamente a un mundo pirulacho donde todo era alegría y alboroto y hasta me acompañaba un perrito piloto (lo confieso, sólo lo he dicho por la rima). Me alejaba todo lo que podía de las desgraciadas, no veía pelis de miedo, ni de padres que se iban a por tabaco y, ni mucho menos, mierdas infectas de sobremesa. Pero, llegó la pre-adolescencia y, con ella, “Sensación de vivir” y, con ella, la verdad de la vida.

Por mucho que ahora vayáis a fumar con pipa a las puertas de las filmotecas, que levante la mano el que diga que no veía “Sensación de vivir”, que se la bajo de un pedete. Todos nos quedamos absortos con las peripecias de los pijales del Beverly West pero nunca jamás olvidaremos a ese niñato rubio que nos jodió nuestras tiernas infancias pegándose un tiro sobre la alfombra persa de su madre. Scott Scanlon nos enseñó a todos las trágicas consecuencias que puede acarrear jugar con armas de fuego.

Yo entiendo que a los guionistas de la serie no les acabase de convencer ese personaje, pero ¿hacía falta que se pegase un tiro el día que desentierran la cápsula del tiempo? Yo aún no me he recuperado del impacto. Claro que tenía todos los números para pasarlo mal en la serie, pues era un nerd de cabo a rabo. El problema es que él creía que David era su amigo del alma, cuando realmente ese lo que quería es ir del palo molongui y ligarse a las tías buenas del insti. Aunque al final acabase con Tori Spelling

scott

¡Qué viiiivaaaa Españaaaa!

Cuando empezó a ver que su querido amigo David ya no quería empapelar el cole de papel de culo, el pequeño Scott se fue a pasar el verano al rancho de su abuelo y volvió con un sombrero de cowboy y un manejo más que dudoso de las pistolas. David, que en ese momento ya iba de sobradete, le dio la espalda, porque Scott ya no molaba y en un último intento de llamar la atención, el muy desgraciado se pegó un tiro en su propia fiesta de cumpleaños.

Cuando le dieron la patada, el pobre Douglas Emerson quedó tan impactado como nosotros y abandonó el mundo del espectáculo, ya que este le había abandonado a él primero. Se alistó en el ejército y se dedicó a defender a su nación y, espero que a aprender a como disparar una pipa como dios manda.