El Factor X, donde yo me sé
No quería hacerlo la verdad, pero he sucumbido. He visto una gala de Factor X. Era de esperar, tampoco nos engañemos. Sorprendentemente no he vomitado y, más difícil todavía, creo que en algún momento de la noche me gustó.
Tras la última y nefasta edición de OT, creí profundamente que este tipo de reality estaba quemado y al anunciarse esta spanish version de X Factor, me asusté. Como más datos tenía del asunto, peor me parecía todo: una presentadora sin carisma (Núria Roca bailando), un jurado teatrero y unos castings esperpénticos. Pero oye, me han sorprendido.
Aún no me creo lo que estoy a punto de decir pero, si me hiciesen escoger ahora mismo, me quedaría con Factor X. ¿Por qué? De entrada por los concursantes. Aquí los conejillos de indias no han venido a aprender, si no a que Sony les pague una carrera musical, así que ya vienen aprendidos de casa y no tenemos que sufrir a gallifantes como Javian o Juan Camus. Evidentemente no son Aretha Franklin, pero desafinan menos y no dan tanta pena escénica. Es algo a lo que no estamos acostumbrados. Porque, entre las muchas cosas que hay que agradecerle a Cuatro es que los concursantes hayan dejado de parecer comparsas de la feria y han decidido darles un vestuario y maquillajes dignos.
La diversidad de concursantes hace que el programa se haga más digerible. Hay tres grupos diferentes, los menores de 25 años, los mayores de 25 y los grupos musicales, cada uno de ellos seleccionado y tutelado por un miembro del jurado. Aunque en estos concursos acostumbra a estar todo el pescado vendido, los de Factor X me hacen creer que todo está sujeto al azar y a la decisión del público pues, al contrario que en OT, el público es quien genera las listas de popularidad, pero es el jurado quien decide quien se va la misma noche, sin alargar las esperas y impidiendo la aparición de idairazos.
Este jurado está compuesto por tres actorazos como la copa de un pino. ¿Quién iba a decirme que Miqui Puig me haría reír en vez de llorar? Lo suyo es puro teatro y su papel de Risto Mejide + Edith Salazar, le queda que ni pintado. Después tenemos a la Teniente Perales, una de esas mujeres tipo Julia Otero, que van de defensoras de la causa. Además va proclamando a los cuatro vientos que ella es quien encumbró a El canto del loco. Bueno, vale, de acuerdo. No sé si es algo de lo que me vanagloriaría en un concurso de cantantes. Y cerrando la santísima trinidad, tenemos a Jorge Flo, mandamás de Cadena Dial y 40 Principales y el más simpático de la familia. Aunque va de rompebragas por la vida, en comparación con las dos locazas que tiene de compañeras, este señor es todo finura y savoire faire. Ellos son los auténticos protagonistas.
Porque, a mí, los concursantes como que ni fu ni fa. Aunque está bastante claro que va a ganar alguna de apadrinadas por Jorge Flo (menores de 25 años). Tiene a María, la voz, y a Angy, la personalidad. Creo que entre estas dos anda el juego, aunque les agradecería que la obligasen a quitarse esos piercings que lleva la niña a modo de colmillos, que dan más grima que las tetas de Aramis Fuster. De momento a Miqui Puig ya le han largado a dos de sus grupos musicales, los gemelos Mr. Roch y las Lady’s (marichompis), y con los que le quedan no va a llegar muy lejos. Sometimes es un grupo de 4 pobres hombres con buenas voces pero con muy poca imagen y United son tres chuletas que van de boys’ band y van a acabar haciendo giras por las Alpujarras.
Lo que más les agradezco a los de Cuatro es la agilidad. Porque, asumámoslo, este programa no nos va a aportar nada nuevo así que mejor no alargar la agonía y nos podemos ir a dormir a una hora decente sin tener que aguantar chats varios, los consejos peregrinos de Kikesito Santander y la posibilidad de tener a otro David Bustamante en nuestras vidas.