Maldición sucia y sexy

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Cuando navegamos a la deriva en la inmensidad de un mar repleto de ñordas televisivas que nos atacan por todos los flancos, nos agarramos a cualquier brizna de esperanza como a un clavo ardiendo. Eso es lo que me pasó a mí con Dirty Sexy Money, un faro luminoso en la oscuridad televisiva de la temporada pasada. Pero, ¡ah!, lo que no supe ver en ese momento es que la serie estaba maldita desde el principio y que me estaba metiendo en un jardín del que no podría salir, pues lo que empieza mal acaba peor.

A pesar de calentar el ambiente con unas promos virales espectaculares, los cuervos acecharon a Dirty Sexy Money desde el principio. Primero fueron los problemas de casting que obligaron a repetir casi todas las fotografías promocionales para añadir al personaje del villano Simon Elder, interpretado por el testosterónico Blair Underwood. Detrás de las cámaras también había lugar para los dramas de última hora, pues el baile de guionistas y productores fue incesante. Y, de hecho, en la segunda temporada no hizo más que agravarse. Está claro que a Greg Berlanti le crecen los enanos y es incapaz de mantener una relación cordial con sus equipos creativos, pues los problemas que ha tenido en Dirty Sexy Money son tan sólo una repetición de los que tiene también en Brothers and Sisters.

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Aunque la primera serie de la temporada pasada en recibir una orden de temporada completa, sus planes se vieron truncados por la infame huelga de guionistas, ya que sólo se emitieron 10 capítulos y fue una de las series que no volvió tras al parón, pues se decía que los tres episodios adicionales que tenían producidos, apestaban tanto que tuvieron que reescribirlos. Y, para más inri, Samaire Armstrong se interna a si misma en rehabilitación por personal issues (léase: alcohol, drogas, comiditas…), después sale y después vuelve a entrar. Por supuesto, los productotes de la Dirty Sexy Money decidieron que su personaje no aparecería más en la serie. Y eso, amigos, es mal, porque si bien Jeremy es un gran personaje por si sólo, Samaire y sus cejas negras le daban un contrapunto cómico muy necesario a la serie.

Porque el grandísimo cataclismo no llegó hasta la segunda temporada, cuando los productores decidieron darle un giro más oscuro a la serie contratando a Daniel Cerone, guionista de Dexter. Este giro era totalmente innecesario, por supuesto, así que no hicieron más que darle el golpe de gracia a la serie. La serie no sólo perdió el humor, si no que también perdió totalmente el rumbo cuando decidieron que todo iban a ser asesinatos, complots y planes maléficos, además de cambiar totalmente la personalidad de muchos personajes.

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Si en la primera temporada Nick George (Peter Krausse) era un contrapunto sensato a los Darling, en la segunda no es más que un personaje de relleno con cara de poker. Y su mujer, Lisa (Zoe McLellan), pasa de ser su amantísima esposa a poco más que una zorrupia sin sentimientos. Y cualquier nieto Darling, que no sea Brian Jr., nunca existió, y resulta que Karen (Natalie Zea) ya no es divertida… y así hasta crear una lista interminable de errores imperdonables. Ah, y encima, Lucy Liu les dice que le gustaría salir en la serie y se sacan de la chistera un personaje para su lucimiento personal y me la ponen delante de todas las fotos como si fuese más importante que el propio Tripp Darling (Donald Sutherland).

Por supuesto, nadie ha confirmado que la serie esté oficialmente cancelada, pero la producción se ha parado y los actores confirman que nadie les ha llamado para que vuelvan al trabajo. Así que desde aquí me despido de estos locos y entrañable Darling que tantas horas muertas me han amenizado. Y espero que hayan aprendido la lección: si algo funciona, no lo toques. y que los oscurantismos y las gafapastadas mejor las dejamos para el cable.