La televisión es la meta
De todas las profesiones televisivas, unas de las más populares (con el permiso de médicos y polis/detectives) son las que se desarrollan, precisamente, en la televisión, y es que trabajar en la tele puede llegar a ser una gran bola de mierda, como trabajar en cualquier otro sitio, pero aún así, sigue pareciendo súper cool.
Recordaremos todos que en la temporada 2006-2007 la NBC se desmarcó estrenando Studio 60 on the Sunset Strip y 30 Rock. Ambas dos ambientadas en el backstage de un programa de sketches a lo Saturday Night Live, y ambas dos con unos papis con mucho de ellos mismos que plasmar en sus hijas. Studio 60 cayó víctima del propio éxito de su padre Sorkin, mientras que 30 Rock se ha convertido en la comedia del momento, encumbrando a su madre Fey.
Normalmente, las sit-coms ambientadas en televisión han corrido mejor suerte que los llamados dramas. The Dick Van Dyke Show y la posterior The Mary Tyler Moore Show coleccionan temporadas y premios. En cambio, cosas como W.E.B. o WIOU, con sus 60 minutos y su atmósfera más seria no llegaron a la segunda temporada. Tampoco triunfó demasiado Studio 5-B, ambientado en unos estudios canadienes, ni mucho menos Live Shot, que no debió ver, digamos, nadie.
Por otra parte tenemos a Murphy Brown, otro clásico del periodismo televisivo, con diez temporadas a sus espaldas y tropecientos premios, en contraste con Sports Night, el primer Sorkin, con formato de comedia y espíritu de drama, que se las vio y se las deseó para convencer a la audiencia. Duró dos temporadas, pero hizo posible que Thomas Schlamme y Sorkin se conocieran, y eso es muy grande. Parece ser que, al iniciar el rodaje, los chicos de la ABC insinuaron que querían algo que visualmente pareciera tipo Frasier. Sorkin preguntó a Schlamme cómo lo iba a hacer para grabar su guión y que pareciera Frasier, y Schlamme respondió algo como “no lo voy a hacer, voy a grabar este guión”. Y entonces se hicieron amigos para siempre, y rodaron The West Wing, y el mundo es un lugar mejor.
Aunque el triunfo de una sit-com ambientada en plató no es una regla de tres. Back to you, con Kelsey Grammer y Patricia Heaton tampoco llegó a la segunda temporada. Vale, la serie no aportaba nada nuevo, pero ellos dos estaban estupendos. Goodnight, Beantown, que como en Back to you se basaba en las diferencias entre los dos presentadores, tuvo sin embargo el privilegio de 2 temporadas. Mucho más desconocidas son Behind the Screen, que duró menos aún, y que era una soap dentro de otra soap de media hora, o Imagine that, de la que solo se llegaron a emitir 2 episodios.
Otra cosa son las series en las que alguno de sus personajes trabaja en la tele. Así, de entrada, mi preferida estos días es Robin Scherbatsky. Sus cafradas ante la cámara son antológicas, como cuando apostaba con Barney que haría o diría cosas en antena, y la tía las hacía. Es mi heroína.
El padre del pesado de Ted, Alfred Mosby (Michael Gross), también trabajaba en la tele cuando era padre de Michael J. Fox y se llamaba Steven en Enredos de familia. El pobre trabajaba en la televisión pública (digamos que allí sí que hay diferencia entre los contenidos de las teles públicas y las privadas) por lo que el hombre no nadaba en abundancia ni mucho menos en famosez televisiva. Muy hippy, pero poco provechoso, para mofa de su hijo Alex P. Keaton, el grande.
En Padres Forzosos, el progenitor de las criaturas, Danny Tanner, sí que tenía un trabajo televisivo más atrayente. Era el presentador de “Despierta San Francisco” junto a la que después sería la tía Becky. Lo que yo nunca llegué a entender es cómo se lo montaba para desayunar con sus lindas hijas si el hombre presentaba un programa matinal.
Maggie Malone (Joanna Kerns), la madre de Los problemas crecen era reportera, y la madre (Mary-Margaret Humes) de otro que crecía (Dawson’s Creek) era presentadora del informativo local. Cuando Dawson acabó de crecer, le vimos triunfar con su propia serie de televisión (literalmente). En Friends, Joey también triunfó, aunque efímeramente, en la televisión, interpretando al doctor Drake Ramoray en Días de nuestra vida, a parte de participar en diversas cosas televisivas de difícil explicación, que la televisión puede ser muy cruel.
Diana (Anabel Alonso), en 7 vidas, interpretaba a una adolescente en una serie para tales, pasando luego a presentar un reality show. También en casa, Alicia Soller (Lydia Bosch) tía y madrastra de chechu, la niña jirafa y la otra pequeñaja, llegó a ser presentadora durante algunos capítulos. Más tarde, bajo la identidad de Natalia Nadal (Motivos personales) Lydia se convirtió en periodista y gritadora profesional. Más cerca todavía, para los que viváis por aquí, tenemos a Joel Joan metiéndose sin necesitarlo en su papel de guionista gafapasta en Porca Misèria.
Y seguro que me dejo un montón, pero para eso estáis vosotros, para recordarme también que D’Anna Biers era reportera del servicio de noticias de la flota antes de revelarse como el cylon número 3.