Los Kings de la NBC
Pensaba que la NBC habría aprendido la lección con Los hermanos Donelly, pero se ve que aún no han aceptado su naturaleza. Igual que Jordi González aún no quiere asumir que lo suyo es la morralla televisiva, la NBC ha vuelto a intentar sumergirse en el mundo de las series “de autor”. Y la verdad es que estoy empezando a temer por las pobres almas perdidas de los televidentes y productores ejecutivos que tienen un concepto equivocado de lo que es la televisión de calidad.
El último intento de la NBC para conseguir un drama que le de caché ha sido Kings, una versión post-moderna de la leyenda Bíblica de David (el de Goliat), donde Gilboa se convierte en un país como los Estados Unidos y que su capital es igualita que Nueva York. Y el reino del rey Silas (el bíblico Saul) está dominado por una mega-corporación que se parece más a la Dharma que al Israel polvoriento que le vio morir.
Por supuesto, podéis iros olvidando de que la serie tenga una temporada completa, pues su estreno fue el menos visto de la historia de la cadena. Pero es que ahora estoy empezando hasta a dudar de que los 13 capítulos de los que consta su primera temporada lleguen a ver la luz en antena, pues tras 4 míseros episodios, la NBC ya ha movido la serie a la noche de los sábados, noche en la que no ve la tele ni la abuela que fuma. Pero puesto que me gusta ir contracorriente, decidí sumergirme de lleno en la serie y ver más capítulos que los propios productores. Y, lo confesaré, hasta me esforcé para que me gustase y así llevarle la contraria a unos cuantos más.
Os podéis imaginar que la mezcla bíblica, con las intrigas de palacio, la corrupción de la ciudad, homosexualidad y la exaltación religiosa, hacen de Kings un producto over-the-top difícil de digerir si no se tiene el estómago preparado. Los actores son inmejorables y la NBC aún se está haciendo cruces de que Ian McShane aceptase protagonizar la serie. Y es que está claro que Kings hubiese sido un caballo ganador en una cadena como la HBO, siguiendo la línea de John Adams (en plan telefilme) o Band of Brothers (si querían alargar la serie). Pero, claro, entonces tendrían que haber colado más sexo explícito y más intestinos sanguinolentos. ¡Pero qué casta es la NBC! Si hasta se ve más carne en Gossip Girl.
Pero más allá de la producción y las tramas de la serie, lo más extraño que tiene Kings es que es la primera serie sponsorizada por una empresa de consumo, en este caso Liberty Mutual (Liberty Seguros en España). El problema es que no sólo financió la producción con 5 millones de dólares, si no que se reservó el derecho a participar en el desarrollo creativo de la serie y hasta a cambiar diálogos cuando lo creyese necesario. Liberty Mutual ya intentó colaborar con la ABC y la CBS antes de pactar con la NBC, pero ambas cadenas se negaron a que la compañía de seguros interfiriese en el desarrollo de sus series. No sé qué tipo de problemas financieros tiene que estar encarando la NBC para permitir que una empresa externa se inmiscuya en sus series, abriendo la veda, de este modo, a cualquier multinacional con pasta que quiera poner un pie y medio en la televisión y perturbar, todavía más, la armonía teligiosa.
Buen guión, buenos actores, cinematografía perfecta, planteamiento original…y poesía. Demasiada poesía. Así que, a pesar de que soy una gran fan de las revisitaciones históricas y series de disfraz en general, no creo que el pueblo llano esté preparado para consumir obras bíblicas fuera de semana santa y fiestas de guardar, por muy universales que sean estas. ¿Está el mundo preparado para tanta profundidad? ¿Entienden los Estados Unidos la existencia de un rey? Alguien que no sea Jed Bartlet, digo.
Moraleja que hemos aprendido hoy: cada uno a lo suyo: NBC a sus comedias, CBS a sus procedimentales, FOX a su deporte y sus cancelaciones y las cadenas de cable, a surtir al mundo de gafapastadas e imágenes cuidadas.