Sandra Bullock mola, y punto
Punto pelota. Porque la Bullock es una de las más divertidas, eso es indiscutible. No es especialmente guapa, eso lo tiene, desengañémonos, pero debe tener el aura del tamaño de un elefante, porque esta chica gasta encanto que no se lo acaba. Y sí, a su edad está estupenda, la tía.
Los detractores bullockianos estaréis gritando ante el ordenador… “Es una pésima actriz!!! Sus películas son malas (excepto Crash, quizá)!!!”. Que no pasa nada, amigos, si alguna vez coincidimos en una isla desierta con solamente dos reproductores de video, os cedo gustosamente la última copia de la tierra de Bailando en la oscuridad mientras yo me recreo con Miss Agente Especial.
Sandra Annette Bullock es hija de una cantante de ópera alemana y de un instructor de voz. Nació en Virginia pero vivió hasta los 12 años en Nuremberg, donde cantaba en un coro de ópera infantil e incluso participaba en alguna función con su madre. Luego volvió a los estados juntitos y se hizo animadora y actriz. Sinceramente, a parte de un fluido alemán, que sí, sorprende, ¿alguien ha oído a esta muchacha cantar ópera? Yo siempre me he tenido que conformar con el famoso Phenomenon:
De sus películas, cada uno tendrá sus preferidas, está claro. Yo amo profundamente Demolition Man, Mientras dormías, que miro religiosamente todas las navidades y Miss Agente Especial, donde el coro formado por Michael Caine, Candice Bergen y William Shatner es oro puro.
Como cualquier actriz con mucha pasta que se precie, la Bullock se ha montado su propia productora, en la que también ha colocado a parte su familia. Me preocupa esta última película que se ha producido en la que sale con Bradley Cooper, the man itself. También le dio por producir The George Lopez Show, que no he visto en la vida, pero de vez en cuando Sandrita se daba un garbeo por allí, que para algo sirve producirte la serie. Ahí que va haciendo lo que mejor le sale: el tonto.
Con su hermana, además, tiene un piji-bistro en Austin, Texas, que así a priori sería el último lugar donde esperaría encontrar un piji-bistro, pero el sitio, un tal Walton’s Fancy and Staple será lo primero que me apetezca visitar si alguna vez me planto en Austin, Texas, que así me meriendo unos sticky buns, aún a riesgo de encontrarme con su marido tatuado. If I don’t see, I don’t believe.