Caprica, de cuando los cylon eran nenazas
Yo también quiero explicar que el jueves pasado estuve en el prestreno de Caprica con la intervención posterior de Ronald D. Moore y Alessandra Torresani. Podría hacer algunos números, pero amigos, estar en un teatro viendo el piloto en pantalla súper grande y que la primera vez que se pronuncia «Adama» pueda unirme a los rugidos de la multitud, eso no tiene precio. Así que gracias por la invitación a la gente del ya SyFy, que volvieron a hacer un gran trabajo.
La verdad es que el Moore y la Torresani estuvieron muy divertidos, aunque no sé si los chicos de las primeras filas de la derecha podieron llevárselos de fiesta, a ellos y al twitter de Alessandra, que es géminis, por cierto.
Explicó el amigo Moore que planteándose el final de Galactica ya tenían en mente Caprica, por lo que llegaban al final de la primera con las claves del incio de la segunda bajo el brazo. En realidad son bastante diferentes una de la otra. Galactica comienza a fuego vivo y Caprica es más de baño maría… vaya, lenta de narices, pero eso sí, exquisita. Solo hay que fijarse en la intro (HBO style) para darse cuenta de que Caprica apunta hacia otro sitio.
En circunstancias normales y después de varios capítulos, seguramente habría abandonado la serie por pecar del síndrome Mad Men, pero la curiosidad por saber hacia dónde llevan la historia me puede. Eso, y que de repente me atrae que la hayan serializado tantísimo, casi como una soap. En el podcast, David Eick explica que llamar a la serie Caprica le recordaba a otros nombres de series como Dallas. Está claro que ambas no solamente tienen en común que su título se geolocalice.
Otro de los alicientes es Polly Walker que, como comenta Eick, lleva interpretando el papel de Clarice mucho antes de que se concibiese Caprica (Atia, eres mala). Seducción y maldad es una combinación infalible, aunque me sorprende escuchar que también querían darle un toque cómico, como hicieron con Baltar en Galactica. Evidentemente no les ha salido, y la verdad es que quizás le iría bien a la serie algo más de ironía y menos trascendencia.
En cuanto a las chicas, ciertamente la Torresani me cayó bien y le he cogido cariño. Además, se parece a Zoey Deschanel, por lo que gana puntos. Sin embargo, la que creo que realmente apunta maneras es Magda Apanowicz. Además, parece ser que su personaje, Lacy, va a evolucionar de forma sorprendente. Como curiosidad, la tercera adolescente, la hermanísima Adama (Genevieve Buechner) no era un personaje destinado a aparecer mucho más allá del piloto, pero cambiaron de opinión y acabaron dándole un papel que puede llegar a resultar muy interesante. Parece ser que algo parecido pasó en Galactica con Helo, que a priori era un personaje destinado a desaparecer. Qué cosas.
Los adultos Greystone padre (Eric Stoltz) y Adama padre (Esai Morales) me cuestan más, pero tienen secundarios revoloteando a su alrededor que no están nada mal (la abuela no tiene desperdicio). Algunos son viejos conocidos de Galactica, sin que eso signifique a priori que interpreten a sus ancestros o algo así.
Si no me equivoco, de momento es el joven Adama el único galáctico presente, y no puedo evitar ver al niño sin pensar que muchos años después, con Galactica a punto de convertirse en una nave-escuela-tienda de regalos, dará un discurso en el que se preguntará si los humanos son dignos de salvarse de un ataque cylon, y afirmará que no se puede jugar a ser dios y lavarse las manos, ya que tarde o temprano llega el día en que es imposible esconderse de las cosas que has hecho. Ahora me pregunto cuánto de Tauron habrá ahí, pero sigue siendo aquel Adama galáctico el que hace que me atraiga el mundo del capricano.