Pinículas fantasbulosas: Can’t buy me love
Si seguís Community no tendréis ninguna duda de por qué hoy homenajeo Can’t buy me love, ese maravilloso producto lacado de los 80. Y es que, amigos, el binomio 80s + institutos americanos = maravilla pura, total y absoluta, tanto que voy a tener que seguir revisionando.
Ronald (Patrick Dempsey) es un nerd en toda regla, con su nerd herd, sus gafoyas, su trabajo de verano y su afición a las estrellas. El chico ama desde la inmensa distancia (en términos de coolness) a Cindy (Amanda Peternson), la chica más popular del instituto que, por supuesto, es jefa de animadoras y tiene un affair con el que fuera quarterback del equipo el año anterior (y que ahora intenta nadar en un estanque más grande). Cuando Cindy destroza una chaqueta (horrible) de piel blanca que ha robado a su madre, su única salida es aceptar que Ronald le deje los 1000 dólares que necesita para comprar otra. Lo único que Ronald pide a cambio es que Cindy finja salir con él durante un mes para así hacerse popular y disfrutar de su senior year en el instituto.
Como era de esperar, pero no por ello resulta menos maravilloso, Cindy convierte a Ronald en el rey de las taquillas (Ay! Pigmalion, Pigmalion) enamorándose de él por el camino (lo que también me recuerda a She’s all that, pero eso da para otro post). El problema es que Ronald anda tan ofuscado por los efectos de la gomina sobre su cerebro que pasa de todo y se adentra en la senda de la gilipollez. No se cortan un pelo en añadir tintes muy, pero que muy dramáticos que encogen el corazon (porque la popularidad cuesta, y hay que pagarla con sangre), hasta que finalmente se descubre el pastel y Ronald se convierte en uno de los primeros nerds de la historia en quedarse con la rubia, que ahora es algo que está de moda, pero hace años eran palabras mayores.
Hace ya tiempo que nos fascina la metamorfosis de Patrick Dempsey, que ya era una teen star de finales de los 80 (Loverboy, Happy Together, etc.). El resto de actores se han dejado ver bastante menos desde entonces. Amanda Peternson lleva desaparecida del mapa desde los 90, aunque todos la recordamos en la también memorable Listen to me, y algún cazacaras la reconocerá muy de niña en la versión de 1982 de Annie (que a mi la que me gusta es la de 1999, que sale Victor Garber) donde también aparece Tina Caspari, una de sus amigas sin cerebro en Can’t buy me love. La pobre Tina será conocida por poco más que por aparecer en esa pestilente versión cutre de E.T. que fue Mi amigo Mac.
Altamente perturbador es saber que uno de los machitos de fondo interpretado por Gerardo Mejía acabaría siendo el rey del Rico Suave (el video no tiene desperdicio). Sin embargo, tenemos elementos compensadores como que Courtney Gains, el amigo nerd pelirrojo de Ronald, se volvió a topar con Patrick Dempsey en Sweet Home Alabama, donde hacía de sheriff y amigo de Reese Witherspoon. Si el chico os suena mucho, mucho, es porque también apareció en Admiradora secreta y en un pequeñísimo papel de Regreso al futuro, donde intentaba apartar a Lea Thompson de MacFly padre durante el baile. Posteriormente se convirtió en un actor con papeles perturbadores que prefiero no recordar.
Me dejo para el final uno de los personajes más divertidos de la película: el hermano pequeño de Ronald, un pequeñajo sabelotodo que lo carga el diablo y que es el único en darse cuenta de que algo apesta en el hecho de que su hermano nerd salga de repente con la chica más popular del instituto. Something stinks in suburbia, dice el enando, interpretado por un jovencísimo Seth Green. A él, en parte, debemos la merable escena del baile, por ser el que cambia de canal haciendo creer a Ronald que está biendo la vesión americana de Tocata cuando en realidad tiene delante un programa cultural africano de la PBS.
En 2003 hicieron una versión moderna titulada Love don’t cost a thing. No perdáis el tiempo, la nueva versión es apestosa. Además, el chico no es ni siquiera nerd, simplemente es lerd.
Y os dejo con los Beatles performing la canción en directo, que estos chicos (en esa época) siempre dan un buen rollo que anima cualquier cudre-día: