Trauma por un tubo
Tenía una deuda pendiente con la NBC, pues no había visto todavía Trauma. Pero me resistía porque sabía que me iba a dar rabia ver lo que la cadena había hecho con ella. Y, no dudéis, que a pesar de que tienen la casa más revuelta que la corrala de la Pacheca, en ByTheWay amamos la NBC por encima de todas las cosas y tenemos fe en que algún día volverán a la grandeza que se merecen. Parece que ellos fueron los únicos que no vieron clarísimo que cargarse una franja entera del prime time para colocar a Jay Leno era una soberana locura. Y así les ha ido.
Trauma era una serie de riesgo. Por un lado intentaban cubrir el hueco emocional dejado por Urgencias y eso no s fácil. Y por el otro, Trauma es una serie muy cara de producir, así que si los resultados no acompañaban desde el primer momento, estaba claro que iba a ser una de las primeras series en recibir orden de cancelación. Así que un mes después del estreno, la NBC dijo que sólo emitiría los 13 episodios ordenados originalmente. Ahora bien, con todo el Leno-Gate, la cadena del pavo amplió la orden a 16 en noviembre, que se convirtieron en 20 en enero. Pero a pesar de este alargamiento de la agonía, es muy improbable que la serie vea la luz la temporada que viene. Y es una pena, porque la serie tiene posibilidades.
Trauma no es un drama médico al uso, pues los paramédicos protagonistas viven en la calle, así que es básicamente una serie de exteriores, cargadísima de acción. Y, sobre todo, al principio yo diría que hasta sobrecargada. El piloto parece dirigido por Michael Bay. Vale que yo no soy capaz de aguantar nada más duro que Hannah Montana, pero os juro que en los primeros capítulos, me obligaban a apartar la vista de la pantalla más de una vez. Las imágenes eran exageradamente virulentas, aunque tenía claro que las explosiones megalómanas y los empotramientos de vehículos varios contra edificios no iban a durar demasiado pues, como os he dicho, eso es muy caro (en cada episodio, explosiona, revienta, se descuartiza y se desangra algo).Así que, por fin, cuando la serie logra superar la fase de testosterona pura, dejan paso a la elaboración de personajes, que es algo que al principio se echa de menos. Y si encima quieres atraer a un público más amplio, estás obligado a meterle un poco de amorío a la historia, si quieres que las mujeres vean la serie, vamos. Sin las idas y venidas amorosas de Starbuck y Apolo en Battlestar Galactica, hay mucho público que hubiese pasado bastante de las intrigas en el espacio. O, por ejemplo, en una serie tan macha y peloenpecha como 24, no se entiende que, de vez en cuando, Jack Bauer tenga escarceos pseudo-románticos, si no es para que alguna mujer pique el anzuelo.
En Trauma, tienes claro que hay un par de personajes geniales, pero no puedes olvidarte de darle carnaza a los secundarios. Y más, cuando casi todos tus protagonistas son básicamente anti-héroes. De este modo tienes a Rabbit y Nancy, dos locos torturados, que roban cualquier escena en la que aparezcan. Cliff Curtis tiene el suficiente carisma como para cargar con la serie sobre sus espaldas, y también para conseguir una nueva serie pronto (serie que voy a ver seguro). Y Anastasia Griffith tiene personalidad y, sin duda, atractivo. Que para algo es la hermanísima de Jamie Bamber. Os juro que me pasé horas pensando que su cara me sonaba de algo… Poco a poco te vas metiendo en las vidas de estos personajes traumatizados por su trabajo y la historia se hace más amena, pero, por supuesto, esta mejora narrativa va en detrimento de la acción. Así que, a veces, Trauma se queda a medio camino en muchas cosas.
Compartiendo cara como buenos hermanos
Como era de esperar, las críticas por parte del colectivo de paramédicos no se hicieron esperar, y empezaron a bombardear a la NBC quejándose del poco realismo a la hora de reflejar su trabajo. Y es que no soy capaz de entender qué narices le pasa a la gente y, sobre todo, a los colectivos, para no ser capaces de ver que esto es showbusiness, amigos. Que si me pusiesen delante unos médicos que se pasan el día observando fístulas y resfriados, no iba a ver la serie ni mi abuela. Y si no ponen a gente enrollándose, pierden a la mitad del público por el camino, por mucho que los colectivos de profesionales de cualquier cosa, se empecinen en hacernos creer que no hay relaciones sexuales en sus diversos puestos de trabajo. Men-ti-ra.
Con productores como Peter Berg y gran parte del equipo de Friday Night Lights, está claro que la manera de rodar la serie es diferente a la habitual, pero con Trauma muchas veces tienes la sensación del been there, done that. Cosa que no es mala del todo, pues la premisa de la serie es basarse en las series clásicas del género pero desde un punto de vista del siglo XXI. Pero, claro, corres el peligro de desagradar a las masas ávidas de ver “cosas nuevas”, con las que no estoy de acuerdo, porsupuestísimamente. O sea que no es que tenga muchas espenzas en que, de repente, la NBC vea la luz, pero tengo clarísimo que si le diesen una oportunidad y con un buen lead-in, Trauma podría mantenerse en la parilla de los lunes durante tres o cuatro temporadas sin problema.