Design Star…o el manual del buen interiorista
Para los cuatro gatos a los que la telerealidad les siga pareciendo una maravilla deliciosa, hoy os traigo la última locura a la que me he enganchado. Pero no os asustéis, que esta vez no va de chonis borrachas ni delirios culinarios, sino que hoy hablaremos de decoradores de interiores. Si es que al final voy a ser una mujer de bien y todo.
Las siglas HGTV responden a Home & Garden Television, o sea, que es el Bricomanía y Decogarden las 24 horas del día. Y, vaya, no es tan raro, teniendo en cuenta que estos dos programas son un clásico de la televisión de nuestro país, aunque yo, de momento, todavía no me atreva a montar una chimenea industrial con moldura incluida en mi piso. Pero el programa al que me he enganchado es la mezcla perfecta entre Bricomania y The Next Food Network Star. Por supuesto, se trata de Design Star, donde HGTV busca a la nueva estrella del canal.
De invernadero a salón en cuatro pasos.
La personalidad siempre importa, claro, porque si te dispones a ver a alguien haciendo un estucado veneciano en el lavabo, más vale que te caiga bien. Pero lo más importante en este reality no es eso, sino, gracias a los dioses del aquaplast, que sepan pintar, lijar, montar y sobre todo, combinar colores. Sé que del modo que lo he explicado no parece que vaya más allá, pero a mí me enganchó como si de un capítulo de Pasión de Gavilanes se tratase. Sólo os diré que en 24 horas me vi una temporada entera y, claro, después en lo único que podía pensar era en abandonar mi trabajo y dedicarme todo el día a decorar mi casa.
En cada capítulo, los participantes tienen que decorar diferentes espacios, desde habitaciones de cristal hasta departamentos de bomberos, a veces con presupuesto para muebles y a veces teniendo que reciclar muebles viejos. Todos ellos son unos manitas impresionantes y, como en todo grupo, siempre hay divonas que parece que se vayan a comer el mundo y acaban perdiendo estrepitosamente. Hasta en el mundo de los interioristas hay peleas de perras callejeras. Eso sí, los jueces son de lo más soso que he visto en muchos años. Intentan buscar a alguien con chispa, mientras a ellos la chispa les abandonó hacer años. Quizá estemos demasiado acostumbrados a los jueces ristomejidistas, pero es que estos al final te hacen reír de lo en serio que se lo toman. Y lo mal que lo hacen, claro. Pero vaya, con cinco temporadas que llevan ya, no sé si les vale la pena llamar a Kristian Pielhoff para que les meta un poco de energía basca.
No nos vamos a engañar, este es como cualquier otro reality, pero los participantes saben hacer cosas de verdad. Cosas que se pueden usar, pues, como dice el personaje de Martha Plimpton en How to make it in America, gracias a los interioristas, las personas son más felices y las familias están unidas.