Pequeña oda a The Sound of Music (sí, ¿y qué?)
Hace un par de años estuve en un sing-a-long-a de The Sound of Music. Tremendo. Teatro lleno (de gente joven, no os creáis), concursos de disfraces, niños vestidos con cortinas, hombretones disfrazados de monjas y señores espectaculares con trajes de fiesta a lo baronesa. Todo muy loco. Creo recordar que incluso había renos, pero también os diré que abundaba el alcohol y otras substancias. Puedo asegurar que el chico que tenía al lado se marcó su propio viaje mientras Maria iba de la abadía a la mansión von Trapp. En fin.
El caso es que es difícil explicarse el por qué y el cómo de que algo tan hortera levante tantas pasiones, incluso entre los que no necesitamos súper colocarnos para llegar al final (aunque quizás un poco sí para cantar en público).
Da igual, yo tenía esta pequeña oda pendiente y ahí que voy. Aviso que me está quedando larga, así que habrá segunda parte porque con lo de hoy casi que he parado antes de comenzar de verdad. Enjoy!
Maria Augusta Kutschera y la verdadera historia de los von Trapp
The Sound of Music se basa en hechos reales. Maria von Trapp nació llamándose Maria Augusta Kutschera en enero de 1905 en un tren que iba a Viena. Su madre murió pocos años después, y su padre la dejó con un tío que al parecer era el mal. Que sepáis que la niña creció de lo más rebelde (y la criaron socialista y atea) hasta que se escapó y se fue por ahí a buscarse la vida. Cuando consiguió dinero entró en la universidad, conoció a un jesuíta que le cambió la vida, se sacó el título de maestra y se largó a la abadía de Nonnberg, en Salzburgo, para hacerse religiosa y tal.
María seguía siendo algo cabrilla loca y bastante salvaje. La estricta vida en la abadía la verdad es que le sentaba fatal, de ahí que la enviaran con los von Trapp para ocuparse de una de las niñas, que padecía fiebre reumática y no iba a la escuela con los demás. El capitán Georg von Trapp tenía como 25 años más que ella, era viudo desde hacía un tiempo (de la nieta del inventor del torpedo) y se las apañaba (o no) con siete churumbeles. Menos de diez meses después, Georg y María se casaban en la abadía de Nonnberg. Era el año 1927. Posteriormente tendrían tres hijos más.
A mediados de los años 30, los von Trapp no iban muy boyantes y se dedicaron a alquilar habitaciones. Una le tocó a un señor cura que vio lo requetebien que cantaban todos y les animó a hacerse profesionales. Lo petaron tanto que iban de gira en gira por todas partes, y cuando Hitler se puso pesadete queriendo reclutar al capitán y tal, se fueron todos hacia Italia, luego a Inglaterra, y finalmente se aposentaron en los estados juntitos, en Vermont, en lo que ahora es un mega resort de esquí. Y siguieron cantando, claro.
La roñilla detrás de los derechos de la historia de los Von Trapp
En 1948, Maria von Trapp escribió “The Story of the Trapp Family Singers”. Algunos años después, un estudio alemán le ofreció $10.000 por los derechos de la historia. Se dice se rumorea que al preguntar María por los royalties y tal, le dijeron que una ley alemana impedía pagar royalties a extranjeros. Evidentemente eso era mentira, y aunque Die Trapp Familie y Die Trapp Familie in Amerika fueron un exitazo, María no vio ni un duro más de los $9.000 (finalmente no $10.000) que acabaron dándole.
En 1956, los de Paramount Pictures tenían la opción de comprar a los alemanes los derechos para los estados juntitos de Die Trapp Familie. Pretendían hacer una película protagonizada por Audrey Hepburn, pero cuando se la enseñaron a Vincent Donehue, un director al que acababan de contratar, vio clarísimo que eso era un musical de Broadway liderado por Mary Martin. Estaban Vincent, Mary y su marido, el productor Richard Halliday, emocionadísimos con el proyecto cuando van y se enteran de que Paramount Pictures al final no ha adquirido nada de nada. ¿Y qué hace Halliday? Pues se va a buscar a Maria von Trapp (que por cierto se hace súper bff de Mary Martin).
Pero recordemos que Maria von Trapp a estas alturas ni pincha ni corta en los derechos de su historia. No hay problema, Halliday y compañía tienen claro que eso es un bombazo y acaban comprando los derechos a los alemanes. Dicen que, aunque no tenían ninguna obligación legal, ofrecieron a María un porcentaje de los beneficios del musical de Broadway, que se estrenó el 16 de noviembre de 1959 con música de Richard Rodgers y Oscar Hammerstein.
De Broadway a Hollywood
El musical fue un éxito, aunque ya entonces gran parte de la crítica no se cortaba un pelo en calificarlo de hortera, excesivamente dulce y bla bla bla. Pero fue un éxito, y donde hay éxito, ahí que van los estudios a convertirlo en una película. Fue Fox la que, gastándose un pastizal sin precedentes hasta el momento, compró los derechos del musical por algo más de 1 millón de dólares. Era 1960, pero el contrato con Rodgers y Hammerstein estipulaba que la película no se podía estrenar hasta 1965 o hasta que finalizasen las representaciones en los teatros. Y así es como The Sound of Music se quedó en un cajón mientras en Fox acumulaban tantos problemas que casi acaban en la bancarrota.
Entonces llegó Dick Zanuck y decidió que The Sound of Music, la película, sería un éxito. No era el único, se rumorea que Warner intentó comprar los derechos a Fox por dos millones. Zanuck era tozudillo, y también se rumorea que los envió al infierno y contrató a Ernest Lehman para que se pusiese con el guión.
«Búscate a otro para dirigir esta mierda»
Insisto, el músical había sido un éxito de público, pero en Hollywood, actores, guionistas y directores en general odiaban el proyecto. Ernest Lehman tuvo que comerse más de un sapo, y burlas. Cuando ofrecieron a Robert Wise la dirección, el hombre dijo que nastis de plastis, lo mismo pasó con Stanley Donen, y parece ser que Gene Kelly respondió algo así como “búscate a otro para dirigir esta mierda”. Finalmente, les costó dios y ayuda convencer a William Wyler, que también odiaba el musical. Y Wyler se puso a ello, incluso fue a Austria a localizar, pero todos sabemos que acabaría dejando el proyecto para dirigir El coleccionista.
A estas alturas, Lehman ya tenía el guión acabadito, y se lo pasó por lo bajinis a Robert Wise (sí, otra vez). Wise estaba entre proyectos (buscando algo que dirigir, vaya) y además quedó sorprendido con los cambios que había hecho Lehman con respecto al musical de Broadway. No hace falta que os diga que la película la acabó dirigiendo el amigo Wise, y ganó un oscar por mejor director y otro por mejor película, by the way.
Y de momento me paro aquí, porque esto ya me ha quedado demasiado largo. Si eso, sigo otro día. Pero antes, para que no me digáis que me invento las cosas, sabed que todo este rollo que os he metido lo he sacado del libro que viene con el pack del 45 aniversario, de The Sound of Music, The Making of America’s favorite movie y The Sound of Music Companion.
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