All ways lead to Rome
Aunque los productos de la HBO siempre despiertan mi admiración y respeto, no negaré que también me acerco a ellos con cierta cautela. Las series de esta cadena de cable son conocidas por ser propuestas arriesgadas y estar visualmente muy cuidadas. Pero, a veces, estas propuestas arriesgadas se traducen en altos niveles de sexo, violencia o sordidez bastante explicita. Esto lo digo despojándolo de toda connotación negativa pero tened en cuenta que yo soy una espectadora muy impresionable y que, a priori, ciertas visiones me echan para atrás.
A pesar de este refinamiento mío, con “Roma”, la HBO tenía todas las papeletas para que viese la serie. Debido a mi primera carrera, la época que trata la serie ha ocupado muchas de mis horas de estudio y, además, me encanta. Este drama histórico refleja el periodo de violentas transformaciones de la República Romana al Imperio Romano, pasando por la guerra civil, la decadencia política y la ambición de los poderosos.
Lo curioso del enfoque de la HBO es que, mientras si bien son narradas las vidas de los ricos y poderosos, o sea personajes históricamente reales, la perspectiva de la serie está centrada en las vidas de dos soldados Romanos: Tito Pullo (Ray Stevenson) y Lucio Voreno (Kevin McKidd). Para mí, la pareja cómica del año, siendo Tito Pullo uno de los descubrimientos más entrañables de la temporada. Pullo y Voreno, de hecho, son los nombres de dos soldados mencionados en los escritos de Cesar “Comentarii de Bello Gallico”. Con lo cual, mantienen el interés y la intriga en la serie porque, de hecho, aquí los spoilers importan bien poco, dado que lo que pasó con civilización romana ya lo sabemos. Es por eso que a nadie le va a extrañar que diga que la primera temporada acaba con la muerte de Cesar (Ciarán Hinds) a manos de los traidores del senado y rematado por el imbécil de Bruto (Tobias Menzies). Eso sí, algo que eché de menos es la mítica frase de Cesar: Tu, quoque, fili mi? (Tú también, hijo mío).
Estoy deseosa de ver la segunda temporada del tirón, pues, con la muerte de Cesar, reflejará la lucha de poder entre los presumibles herederos del Imperio: Marco Antonio (James Purefoy), su fiel mano derecha y amante de Atia y Octavio (Max Pirkis), su astuto sobrino (hijo de Atia) y el que está destinado a ser el más grande de los Emperadores de Roma. Otra vez aquí, ya sabemos lo que va a pasar. Uno de mis personajes preferidos, Octavio Augusto, casado con la primera dama de hierro Livia, fue el Emperador que acabó con las guerras civiles y trajo la paz y la prosperidad a Roma (Pax Romana).
Las personalidades otorgadas a los personajes en la serie son acertadísimas y podría decirse que han hecho una pequeña novelización de los cuatro datos reales que se podían tener. De este modo, mis personajes preferidos son, sin lugar a dudas, esas dos grandes arpías, que el otro día me olvidé de mencionar. Atia de los Julios (Polly Walker) -sobrina de Cesar– y Servilia de los Junos (Lindsay Duncan) -amante de Cesar– elevan el nivel de maldad y sordidez a la república hasta límites insospechados, eso sí, todo por lo bajini. Porque es así como governaban estas mujeres, a la sombra de los hombres y el senado. Yo, como ya dije, soy Team Atia, pues aunque es una loca manipuladora, es divertida y sus salidas histriónicas a veces son más comprensibles que las maniobras de la puerca de Servilia, que no es más que una vieja despechada que acaba liando la dios.
Si aún no le habéis dado una oportunidad a “Roma” y con mi pequeña disertación aún no os he convencido, os recordaré la mítica frase de la promo de la cadena: “It’s not TV. It’s HBO”.