Chuck vs. la rubia y el gruñón
Recopilar un puñado de tópicos y traducirlos en una serie puede resultar en un pestiño, eso lo sabemos. Afortunadamente no es el caso de Chuck.
Después de Alias, mi vida había quedado vacía de espías, identidades secretas y demás. Como nunca fui una chica 24, y Burn Notice no me llegó al corazón, recayó sobre Chuck todo el peso de ocupar ese lugar que en su día se comenzó a llenar Scarecrow and mrs King. Que por cierto, cuando vi aparecer a Bruce Boxleitner (y Morgan Fairchild) en casa de los Bartowski como padre (y madre) estupendo estupendísimo(s) de Captain Awesome (y llamándose Woody y Honey, dios!) casi me da un pasmo (de los buenos).
Pues eso, como ya pasaba en Scarecrow and mrs King, la trama del espía accidental no es nada nuevo en la viña del señor (de la tele), aunque a la señora King le tiraba el rollito espía más que a un tonto un lápiz, al contrario que a Chuck, que desde que se le implantaron accidentalmente en el cerebro todos los secretos militares, o lo que sea, de los estados juntitos va por ahí pasándolo fatal entre lío y lío, o visión y visión. Otro clásico, las visiones, digo. Aunque la cara de lerdo de Chuck cada vez que tiene una es mucho menos ofensiva que otras que corren por ahí.
Y es que Chuck es un geek en toda regla y, en consecuencia, totalmente incapacitado a priori para la vida del espía. Aunque no se puede quejar, porque la CIA, a parte de arruinarle la vida, ha puesto en ella (de forma encubierta, por supuesto, que la seguridad nacional no conoce de transparencias) a la rubia (Yvonne Strahovski, que me recuerda a Julia Stiles una barbaridad) y al militar seriote (Adam Baldwin, no, ninguna relación con los otros Baldwin).
El trío resultante es tan cómico como resultón. Un poquito de tensión sexual por aquí, “dejamos suelto al militar seriote con los geeks” por allí, algunas pataditas, explosiones y disparos de vez en cuando (hasta peluca lleva a veces la rubia) y ya tenemos una comedia de espías. Vaya, que los espías se dedican a espiar mientras que amigos y familia de Chuck se dedican a liarla y a meterse en medio. Todo aderezado con una historia de fondo bastante sólida que permite que las tramas avancen sin demasiadas contorsiones.
Para mí lo mejor es Adam Baldwin en su papel de hombre de hielo rodeado de friquis, de cerca le siguen Captain Awesome, tan extraordinariamente Awsome que resulta encantador y la General Beckman que, por si no habéis llegado aún, depara alguna sorpresilla divertida. Los amigos geeks me cargan un poco bastante, todo hay que decirlo, pero el rollo Buy More, imitando a Best Buy me parece divertido, la verdad. Todo junto ayuda a olvidar que Chuck es un poco sosete (y la rubia también, para qué negarlo) pero queda bien disimulado, que tampoco es cuestión de ponernos chungos (y Michael Vaughn era un carapalo y se lo perdonamos).
A falta de noticias oficiales por el momento sobre la renovación o no de la serie, dicen sus responsables que la temporada finalizará cambiando las reglas del juego, reinventándose, vaya. Veremos por dónde van los tiros, y esperemos tener Chuck para un ratito más.