Defying Gravity, la buena y verdadera
Porque aunque los chicos de la ABC acaben de estrenar su Grey’s Anatomy en el espacio (eso dicen, ya veremos) bajo el título Defying Gravity (que anda que no con el doble sentido), para mí, esas dos palabras siempre y para la eternidad serán el título de uno de los mejores temas del musical Wicked.
Sip, la rubia es la Chenoweth marcándose unos gorgoritos. La verde wicked que vuela es Idina Menzel, que os pongo el enlace y veis lo que ha hecho la chica.
Así de sopetón pues igual os habéis quedado fríos, pero creedme que en vivo esta escena (que viene siendo el final del primer acto) te deja atornillada a la silla y con la piel de gallina. No me extraña que Kevin Walker se pase media vida por los teatros Wickeando aquí y allá y arrastrando de paso a familiares y amigos. Suya es la culpa de mi obsesión actual, que tiendo a mimetizarme y así acabo yo también, a un tris de pintarme de verde.
En fin, el musical Wicked está basado en el libro Wicked: The Life and Times of the Wicked Witch of the West de Gregory Maguire, que explica la historia alternativa de la bruja mala del oeste de El Mago de Oz, que resulta que, mira qué cosas, no era tan mala. Ojo con lanzarse a regalar el libro a sobrinitos desprevenidos, que una adaptación fidedigna daría más para una miniserie de la HBO con cantidades ingentes de fornicación varia y oscurantismo diverso. Al musical sí que podéis llevar a infantes en general, que han patilleado el argumento de la novela, el mundo es fantástico y maravilloso, y la tía verde es un encanto.
A Betty Suarez también le encantó Wicked, así porque la primera es fea y la bruja es verde pero ambas una hermosurica en su interior (y con una espesa melena) y tienen que luchar por el amor y esas cosas. En el capítulo Something Wicked This Way Comes, Betty la lía parda interrumpiendo la obra, y creo que fue aquí que empezó a gustarme menos, Betty, digo, a la que me estoy planteando abandonar, pero eso es otra historia.
Yo sería feliz si algún día en OT o similar se dejasen de mecaneces y canciones chuscas para hacer cantar a los triunfitos como si estuvieran en un musical de los de toda la vida, pero claro, vivimos en un país en el que tradujeron “The Sound of Music” como “Sonrisas y Lágrimas”, mucho no se puede pedir. Aunque como quien no se conforma es porque no quiere, yo puedo llegar a ser semifeliz oyendo a John Barrowman y su versión de The Wizard and I que bien describe su relación con El Doctor. Él mismo cambia “The Wizard” por “The Doctor” cuando sale de gira por ahí. My future is unlimited… me parto.