De cuentos, vueltas de tuerca y tuercas retorcidas
Entre Grimm y Once Upon a Time, por no hablar de las Blancanieves que nos vienen (Mirror Mirror y Snow White and the Huntsman) queda claro que los cuentos clásicos están de moda, y también lo está darles la vuelta radicalmente, mezclar el cuento con la realidad o incluso reírse del cuento mismo. Pero esto no es nada nuevo (¿Shrek? ¿Alguien?), que ya hace tiempo que se hace, y no solamente en las Fables, y es que la sopa de ajo se inventó hace décadas.
Total, que toca agarrarse que esto es un tres en uno: tres pinículas de esas de domingo por la tarde con palomitas que se regodean (las palomitas no, las pinículas) en eso mismo: estrujar las historias que todos conocemos para explicarlas de otra forma:
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Enchanted, o el regreso de las cucarachas bailarinas de El cuchitril de Joe
Los chicos de Disney aprovechan que son los que más y mejor han caracterizado princesas para marcarse un cuento, mitad dibujo animado mitad realidad de la buena, en el que además se chotean de los estereotipos de los cuentos clásicos con tanta gracia, acidez, magia y sí, en ocasiones hasta mala leche, que convierten a Enchanted en una peli ideal para niños, adultos y perracas en general.
Giselle (Amy Adams) es una tierna e inocente criatura del bosque (el bosque de Andalasia, que más que un reino parece un nombre de pastilla para hemorroides) que un buen día, entre cántico y cántico, conoce a Edward, su príncipe encantador (James Marsden) y deciden ser felices y comer perdices para siempre (en serio, deben ir muy faltos de perdices a estas alturas en fantasilandia). Pero la malvada madrastra (Susan Sarandon) y señora de las manzanas se muere de celos y envía a Giselle a un lugar donde supuestamente no hay finalices felices: New York, o la Big Apple, que tiene su gracia, oye.
Obviamente, Edward acude tras Giselle, y así acaban el príncipe (que es más tonto que un zapato, por cierto) y Giselle, tan virginales ellos, como recién salidos de Disneylandia, en la caótica New York, donde Giselle encontrará su propio príncipe encantador, que no es otro que Patrick Dempsey que, a su vez, tiene una hija super mona y una futurible madrastra casi malvada (Idina Menzel), que no es malvada, es más bien estilo Baronesa Schroeder: un poco perrila pero con buen fondo. Lo que sí os diré es que me cuesta imaginarme a Patrick Dempsey de señor encantador con lo absolutamente jali que ha sido últimamente en Grey’s Anatomy.
Vuelvo. Amy Adams está estupendísima, las canciones son alarmantemente pegadizas, y se marcan unos números musicales tremendos en los que se ríen con tanto amor de los cimientos de Disney que no te queda otra que rendirte al encanto de Enchanted. La escena en que un montón de bestias inmundas neoyorkinas (cucarachas naranjas voladoras incluidas) ayudan a Giselle a limpiar el apartamento es, sencillamente, genial, por no hablar del número musical del parque. Yo soy mejor persona siempre que lo veo.
Por cierto, Susan Sarandon de bruja malvada no está nada mal, que viendo que también se apuntan al carro de las brujas tanto Julia Roberts como Charlize Theron (sin olvidar a Lana Parrilla y Kristin Bauer), me da que evil witch is the new thirties. Por cierto, tampoco está nada mal que nos recuerden que Idina Menzel ya era actriz (y bruja no demasiado malvada) mucho antes de aparecer en Glee. Además, Julie Andrews es la voz narradora, y cualquier cosa en la que aparezca esta señora es bien, y punto.
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Ella Enchanted, o por qué a las hadas madrinas las carga el diablo
Esta es una locura. Se ambienta en un reino maravilloso típico, con sus gigantes, elfos, ogros y hadas madrinas, pero modernizado algo así como al estilo Picapiedra: escaleras mecánicas a manivela, clubs de fans para el príncipe encantador, centros comerciales de madera, anuncios por palabras, campañas en contra del ogricidio…
Y además lo mezcla todo a lo bestia: Ella (Anne Hathaway) es una canija recién nacida a la que la peor hada madrina del reino otorga el don de la obediencia, es decir, la pobre niña tiene que obedecer cualquier orden que le den (¿dónde narices está Eric cuando le necesitan?). Su madre oculta que Ella tiene ese don para protegerla, hasta que la pobre señora fallece y su padre se casa con una cazafortunas/cazatítulos que tiene dos hijas horrendas, estúpidas y perras del infierno en general.
Una de las perracas descubre el secreto de Ella, a la que no le quedará otra opción que salir en busca de su hada madrina para que la libere del don. Por supuesto, por el camino Ella se enamorará de Char (Hugh Dancy), el príncipe heredero, al que ayudará a librarse de su tío malvado (Cary Elwes in person) y a convertirse en un rey bueno, justo y pirulacho en general. Está claro que aquí hemos sufrido un downgrade con el príncipe.
Lo mejor de la peli: que Anne Hathaway está divertida y que además canta, y muy bien, que ya sabíamos todos que no se puede tener una boca tan grande para nada. Clic aquí para verla cantando Somebody to Love y clic aquí para verla cantando Don’t Go Breaking My Heart al final de la peli, con spoilers, por supuesto, pero es que si alguien duda de cómo acaba es que tiene un serio problema.
Supongo que no os sorprenderá que Ella Enchanted sea mi preferida de las tres: cantan, bailan, hacen el loco y se besuquean. Llamadme simple, pero no necesito mucho más.
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Ever After: A Cinderella Story, o cómo Enrique II no se casó con Catalina de Medicis sino con una tal Danielle
Seguramente la menos mágica y más seria, por decirlo de alguna forma, de las tres. Lo que hacen en Ever After es explicarnos la historia de Cenicienta como si hubiera pasado en realidad, en plena Francia, sin la intervención de hadas madrinas ni brujas con poderes ni nada parecido. Históricamente es un despropósito, pero eso no se lo tendremos en cuenta.
El padre viudo de Danielle (Drew Barrimore) se casa con la chunguísima Rodmilla (Angelica Huston) que a su vez tiene dos hijas, una chunga y la otra no, así innovando (Megan Dodds y Melanie Lynskey). A la que el padre de Danielle muere, Rodmilla pasa olímpicamente de la canija, que acaba criándose en la cocina.
Para salvar la vida de uno de los criados, Danielle un día se viste de noble y se planta en palacio provocando, por supuesto, un temblor en los calzoncilos del príncipe heredero (Dougray Scott) que debió sentir hasta Enrique VIII desde Inglaterra. A partir de ahí os lo podéis imaginar, con el añadido que, a falta de hadas madrinas, ahí está el mismísimo Leonardo da Vinci ayudando a Danielle, que al hombre le pillaba de camino, aunque a mí no me cuadran las fechas, pero tampoco sé por qué pierdo el tiempo en eso, la verdad.
Lo mejor: que como es de esperar, Angelica Huston es una más que estupenda madrastra malvada. Lo no tan mejor: que es ñoña a matar, pero les quedó bonita, oye, que por ahí andaba Andy Tennant, un señor que tiene el culo pelado organizando historias de amor.
Vale, lo sé, esto me ha quedado demasiado largote, así que si habéis llegado hasta aquí, os merecéis un enorme “y vivieron felices y comieron perdices”. Ala majos, enjoy!
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